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Relato macrista: ni el alivio salarial será del 22% ni el costo será financiado por el fisco
23/02/2016 - 13:30hs

Casa Rosada. Acto presidencial en el que se anuncia una modificación del Impuesto a las Ganancias. Se habla del esfuerzo que hace el Gobierno. Los funcionarios, sindicalistas y gobernadores presentes se ponen de pie y aplauden. 

Todo haría pensar que se trata de una vieja conferencia de Cristina Kirchner. Pero no, el que estaba frente a los micrófonos era Mauricio Macri. Aunque parezca extraño, la fórmula utilizada por el Presidente fue similar a la de su predecesora.

Y no sólo se trata de formas. Si algo demostraron los cambios anunciados el jueves fue que las preocupaciones de ambos mandatarios eran las mismas: que la "caja" no está para hacer esfuerzos extraordinarios. De hecho, la repetición sobre el gran costo de $49.077 millones que demandaría esta medida fue uno de los datos más repetidos por los funcionarios.

No por nada a Cristina le costaba tanto modificar el impuesto (sobre todo en los últimos años). La encrucijada a la que estuvo sometido Macri es la misma: ceder recursos tributarios o maquillar un anuncio para que parezca que el beneficio es el mejor de los últimos años y que resulta insuperable.

No obstante, la realidad a veces es tirana y de ella no se puede escapar. Es que, calculadora en mano, cae de maduro que no hay mucho para festejar tras las reformas que fueran informadas en Casa Rosada.

En definitiva, este anuncio macrista no sólo se pareció al estilo K por la manera en que se lo comunicó sino también por cierta "picardía" respecto de cuál sería el beneficio real y el costo para el Estado.

Lo cierto es que ninguno de los actuales aportantes de Ganancias tendrá una mejora del 22% que resulte sostenible durante todo el año.

Y que, además, el sacrificio fiscal no será el que informó el titular de la AFIP, Alberto Abad, dado que habrá una serie de "ingresos no declarados" por el funcionario que terminarán por minimizar el esfuerzo financiero del Gobierno.

Es importante tener en cuenta que para que exista un verdadero alivio en los bolsillos de los empleados eran necesarias dos modificaciones:

-Elevar el piso a partir del cual comienzan a pagar las personas.

-Ajustar las escalas que determinan la alícuota a la que deben hacerlo.

Un día después del anuncio del aumento en las deducciones, el Presidente afirmó que la reforma de las escalas tendrá que esperar hasta el año que viene. Con ese gesto, dejó la sensación de que, si bien los cambios realizados eran necesarios no resultan suficientes.

Las declaraciones de Macri, lejos de generar entusiasmo, provocaron una gran disconformidad que fue haciéndose más evidente en la medida en que cada analista y líder sindical comenzó a estudiar en detalle la propuesta informada. 

¿Por qué? En primer lugar, hay que ver el impacto que tendrán los incrementos que recibirán los empleados en paritarias ya que, por un lado, puede hacer que aquellos que con los nuevos pisos hayan quedado liberados vuelvan a tributar.

Las subas salariales también provocarán un aumento en el monto a pagar de aquellos dependientes a los que en la actualidad se les retiene el gravamen, ya que la base imponible se ensanchará.

Por último, no hay que olvidar que muchos de los que fueron beneficiados con la exención dispuesta por el decreto 1242 (es decir, aquellos que ganaban menos de $15.000 brutos entre enero y agosto de 2013) podrán volver a quedar alcanzados.

En definitiva, lejos de ser una mejora, el anuncio no sólo hará que la carga tributaria no se aligere, sino que también provocará que más gente sea la que termine en la órbita de Ganancias y sufra los descuentos impositivos todos los meses.Volver, con la frente marchitaLas redes sociales son un buen termómetro de los cambios de humor que generan entre los argentinos las decisiones que toma el Gobierno. Sin importar el tema, siempre surgen voces a favor y en contra, aunque a veces hay excepciones.

En este sentido, tras el anuncio en Ganancias pesaron más las críticas que los halagos. Las quejas que más se hicieron sentir fueron las de los que habían sido beneficiados con la exención del decreto 1242.

Con aquella medida impulsada por el kirchnerismo en 2013, los trabajadores que recibían un salario menor a $15.000 brutos (entre enero y agosto de ese año) habían quedado liberados del impuesto.

Es decir que, sin importar el aumento de sueldo que hubiesen recibido en los años siguientes, no estaban alcanzados por Ganancias por obra y gracia de ese decreto. Una vez más: aún cuando hubiesen multiplicado por diez sus ingresos, no pagaban el gravamen.

Ese beneficio se extendió hasta el anuncio que realizó Macri el jueves pasado, ya que con la derogación de esa norma los empleados tienen que volver a mirar cuánto perciben para saber si deben pagar o no.

Aquí surge un detalle no menor: en 2013 (antes del decreto 1242), miles de estos empleados tenían sueldos que superaban el piso del momento (que era de $6.939 para solteros y $9.597 para casados con dos hijos) y, por ende, abonaban el impuesto.

Es de esperar que si sus salarios acompañaron a la inflación tengan que volver a tributar.

Para muestra, basta un botón. Si se tienen en cuenta los promedios obtenidos en paritarias en 2014 (28%) y 2015 (30%) y se le suma un incremento del 20% para el 2016 (el valor más bajo de la franja que tiene pensado imponer el Ejecutivo), aquellos solteros que cobraban $9.500 netos en 2013 (antes del decreto 1242), volverán a abonar el gravamen.

Esto es así porque su salario en 2016 quedará por arriba del nuevo piso para estos trabajadores ($18.880 netos). Es decir que, pese a haber gozado de la eximición del gravamen durante dos años, volverían a enfrentarse con el impuesto durante 2016.

Lo mismo sucederá con aquellos casados con dos hijos que tenían un sueldo igual o superior a $12.600 mensuales en el 2013 (antes del decreto 1242) ya que hoy en día -post paritaria-, cobrarían un poco menos de $25.160, superando así el piso de $25.000 netos.

En este sentido, el diputado Sergio Massa, apoyado en los datos que elaboraron los economistas de su entorno -entre los que figura Marco Lavagna-, apuntó que más de 220.000 personas volverán a tributar.

A un valor similar llegó el ex ministro de Economía, Axel Kicillof, quien advirtió que si bien 180.000 dejan de pagar (tal como anunciara Alberto Abad), lo cierto es que 380.000 asalariados tendrán que dejar parte de su sueldo en las arcas del Estado.

No suena descabellada esta cifra, si se tiene en cuenta que en agosto del 2013, cuando Cristina Kirchner firmó el decreto 1242, más de 1,5 millones de personas quedaron liberadas del pago del tributo.La importancia de ajustar las escalas"El año que viene, después de un largo debate, habrá que trabajar sobre el tema de las escalas, que es la otra cosa que no funciona bien". Con estas palabras, Macri confirmó que el "tema" tendrá que esperar hasta el 2017.

Este no es un detalle menor. Sin el ajuste, los empleados que enfrentan el gravamen no podrán quitarse el dolor de cabeza que se les generó durante el kirchnerismo, ya que seguirá siendo muy fácil estar alcanzado por las alícuotas más altas del impuesto.

Por ejemplo, los solteros que superan por $1.200 el piso (es decir, que gana $20.080 netos) no pagarán la tasa más baja (9%), sino la siguiente (que es del 14%).

Con un sueldo de $2.000 por encima de los $18.880, ya estarían tribuando al 19 por ciento.

Si las diferencias con el salario mínimo exceden los $5.000 o $9.500 -es decir, que los sueldos de bolsillo son de $23.880 y $28.380-, las alícuotas con las que estaría alcanzado este trabajador serían del 27% y 35% respectivamente.

Esto no es exclusivo de los solteros. Lo mismo se repite con los casados con dos hijos.

Quienes superan por $1.200 los $25.000 del piso abonan la tasa del 14%, mientras que si cobran $34.500 lo hacen al 35 por ciento.

Incluso, los que fueron beneficiados con el nuevo piso del impuesto y bajaron de escala (y, por ende, redujeron la alícuota) podrán volver al mismo lugar de partida una vez recibidos los incrementos que se pacten en paritarias.

Por caso, un soltero que cobraba $26.560 netos a principio de año dejó atrás la tasa del 35% luego del anuncio y pasó a tributar por la del 31% (un peldaño más abajo).

Si se considera un aumento del 20%, quedaría otra vez alcanzado por la alícuota del 35 por ciento.

Si, por ejemplo, se tratara de un empleado casado con dos hijos, las alícuotas que debería enfrentar serían del 19% -antes de las paritarias- y del 27% una vez que reciba un incremento del 20% (que llevará su salario a $31.872 mensuales).Un impacto efímeroDurante la conferencia de prensa que brindó el titular de la AFIP, Alberto Abad, se expresó que con las nuevas medidas se generaría un alivio de entre el 8 y el 20 por ciento en los bolsillos de los solteros y del 10 al 22 por ciento en el de los casados con dos hijos.

Claro que el Administrador Federal se "olvidó" de considerar un detalle: el incremento salarial que podrán recibir los empleados luego de las paritarias. Ocurre que esto elevará también el monto que quede sujeto al impuesto.

Una vez más, el gravamen terminará reduciendo el porcentaje acordado en las negociaciones.

Por caso, un empleado soltero que gana $26.560 netos en la actualidad (y paga $1.712 por mes de Ganancias), sólo podrá disfrutar un 14% de aumento si su paritaria cierra en 20 por ciento.

Esto es así porque una suba del 20% llevaría su sueldo a $31.872, pero el impuesto le consumiría $3.509 todos los meses. Si se tiene en cuenta que hoy en día, luego del descuento del tributo, este empleado cobra $24.848, el verdadero aumento que reciba será menor.

Lo mismo sucederá con un casado con dos hijos que cobra $37.350 en la actualidad. El impacto de una suba del 20% será, en realidad, del 14 por ciento.

Los números hablan por sí solos: antes del incremento salarial su sueldo era de $34.066 tras el pago de Ganancias y, luego, pasaría a ser de $38.921 tras el descuento del impuesto.

Pero hay un detalle más. En el primer caso, al soltero se les retenía por el tributo $4.118 antes de elevar el piso. Tras los cambios, esa cifra bajaba abruptamente un 96% (sólo $181).

Sin embargo, con un aumento del 20%, terminará resignando $3.509 por mes. La verdadera mejora: 40 por ciento.

En el segundo caso, el casado con dos hijos que tenga los ingresos informados más arriba pasará de $8.675 a $3.284 con un alivio informado del 62 por ciento. No obstante, luego de las paritarias, el porcentaje que verdaderamente dejará de pagar será del 32 por ciento.

Dicho de otra manera: si bien los casos que fueron tomados como ejemplo por el Gobierno están bien calculados para demostrar la mejora que representa en los bolsillos la suba del piso del impuesto, lo cierto es que la carga fiscal terminará siendo mayor apenas se conozcan los resultados de las negociaciones salariales.

Es difícil pensar que, con la medida anunciada, el Ejecutivo vaya a resignar recaudar $49.000 millones por el gravamen. Más si se tiene en cuenta que habrá un mayor número de empleados alcanzados y que, tras las paritarias, la diferencia entre lo que pagaban antes y lo que deberán enfrentar no será tan grande.

Alberto Abad dijo el jueves pasado que "reparar injusticias es caro". Lo que no aclaró fue quién iba a terminar pagando la factura por los platos rotos. ¿Será el Gobierno o los empleados alcanzados por Ganancias?