No alcanzó ni con la onda reconciliatoria hacia la Argentina del juez Griesa ni con la mejora del real brasileño.

Nada logró desviarle la tendencia alcista al mercado cambiario, que volvío a tocar un valor récord: el dólar se vendió a $15,37 en bancos y casas de cambio de la city porteña, con una suba de diez centavos respecto del cierre del último viernes.

En el segmento mayorista, la trepada fue más pronunciada: de $15,06 a $15,30 (24 centavos en una sola jornada), una situación que llevó tensión entre los operadores.

A diferencia del último jueves, esta vez el Banco Central fue un testigo pasivo y evitó una intervención en el mercado. La semana pasada había vendido u$s41,3 millones cuando la cotización superó los $15,10. Logró bajarla, pero la "paz cambiaria" duró apenas una jornada.

Desde que empezó febrero, el billete verde acumula un avance de $1,10, equivalente al 7,7%.

De las últimas 20 jornadas hábiles, el tipo de cambio subió en 19 de ellas, lo que marca una tendencia claramente ascendente prácticamente sin quebrantos.

El comienzo de la semana fue caliente en el circuito: la suba fue a contramano de lo sucedido en otras plazas, como la de Brasil o México, por ejemplo, donde las monedas locales se recuperaron siguiendo la tónica internacional.

En Brasil, la recuperación del real fue del 1,8% y el dólar terminó en R$3,95.

¿Un tema sólo estacional?A diferencia de otros momentos en los que el tipo de cambio muestra volatilidad, por ahora no se encienden luces de alarmas entre los analistas del mercado.

Desde los bancos y consultoras especializadas prefieren justificar el alza a una típica trayectoria para el mes de febrero, momento en el cual disminuye el caudal de liquidaciones de la soja.

La semana pasada hubo ventas por u$s80 millones diarios por parte de los sojeros, algo esperable para esta fecha.

Ocurre que, en forma simultánea, se nota un incremento en la demanda de divisas por parte de importadores y de compañías multinacionales que tenían acotados sus envíos de remesas a las casas matrices.

La demanda predominó sobre la escasa oferta de exportadores en el mercado mayorista de cambios y desde el inicio se notó que una tendencia "compradora", remarcó ABC Mercado de Cambios en su informe diario.

"Esto hizo suponer a los operadores que la intervención del Banco Central llegaría en cualquier momento. Con el transcurrir de la jornada, los bancos comenzaron a pagar y sin temor se animaron a dejar como máximo operado un dólar de $15,30", señalaron desde ABC.

El Banco Nación cerró el tipo de cambio del dólar mayorista a $15,25 vendedor para la transferencia y el billete a $15,30.

El volumen total operado en cambios fue de u$s214 millones, 30 millones más que el viernes, con u$s112 millones cursados por el MEC y los restantes 102 millones por el Siopel.

En la city creen que la situación se equilibrará con el correr de las semanas. Hacia mediados o hacia fines de marzo debería comenzar la liquidación de la cosecha nueva de soja, con lo cual la cotización del dólar se enfriará.

La pregunta, en todo caso, es hasta qué momento el Banco Central dejará un libre juego. Y si volverá a intervenir en caso de que su valor siga para arriba.

Al respecto, desde las oficinas del microcentro se escuchan algunas voces críticas hacia la estrategia de Federico Sturzenegger, titular de BCRA.

Algunos analistas consideran que la intervención del jueves de la semana pasada fue tibia y que para dar señales de una verdadera "flotación sucia", habría que poner en juego varios cientos de millones de dólares, y no solamente u$s41,3 millones.

El antecedenteLo más parecido a lo visto en las últimas jornadas ocurrió durante la primera semana del año. En aquel momento, el tipo de cambio pasó de $13,30 en las jornadas posteriores al levantamiento del cepo, a $14,20 en apenas cinco jornadas.

En aquella instancia, los operadores se preguntaban si el billete verde no requería de un empujón adicional para que la economía recuperara la competitividad perdida desde la instalación del cepo.

Unas semanas más tarde, los cuestionamientos eran otros. No tanto por el valor del dólar en sí mismo sino por la rapidez y del timing de ese movimiento alcista.

Sobre este último punto, no debe perderse de vista que las paritarias no comenzaron y la suba del dólar podría recalentar la dinámica inflacionaria.

También llama la atención que este escenario ocurra, como se mencionó más arriba, justo cuando las demás monedas de la región se aprecian frente al billete verde.

En todo caso, un dato que desvela a los expertos es la constante caída de las reservas del Banco Central.

El inicio de la semana marcó una pérdida de u$s112 millones. Pero si se cuenta lo sucedido desde el arranque de febrero, el retroceso acumula u$s1.010 millones.

Uno de cada cinco dólares prestados por un club de bancos internacionales a finales de enero ya se fueron a las arcas del Banco Central.

Salvo por la intervención minoritaria del último jueves, los expertos creen ver una creciente demanda de importadores y de parte de compañías que vienen girando divisas a sus casas matrices detrás del desplome de las reservas.

No obstante, una mirada más perspicaz de lo que está aconteciendo en la city da cuenta de una incipiente pulseada entre el Gobierno y los financistas por el precio futuro (y de equilibrio) del dólar.

Algunos insinúan, además, que el BCRA perderá más reservas en las próximas semanas aun cuando haya un visto bueno del juez Griesa en Nueva York.

Se debería a que un eventual acuerdo con los fondos buitre requeriría de un pago en efectivo, que saldría del tesoro del Banco Central.

Una operación que podría adelantarse a una futura salida a los mercados financieros internacionales.

Mientras tanto, las miradas de los operadores volverá a depositarse este martes en la nueva licitación de Letras del BCRA (Lebac).

La semana pasada, la autoridad monetaria subió las tasas de interés de corto plazo en un cuarto de punto.

La señal no apagó la carrera alcista en el precio del billete estadounidense. Como tampoco lo hizo la posterior intervención en el mercado.

En el mercado creen que, de continuar la tendencia ascendente del billete verde, una suba adicional en el costo del dinero será inevitable, aun cuando eso conlleve una contraindicación sobre la marcha de la actividad económica.