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Las Instituciones de Educación Superior a nivel local participan de acciones aisladas, pero no existe un plan estratégico con objetivos claros
11/04/2016 - 13:49hs

Nos encontramos insertos en un mundo globalizado donde las universidades se enfrentan a grandes desafíos.

Actualmente, las instituciones educativas deben ser capaces de responder a la demanda de profesionales calificados, emprendedores e innovadores que cuenten con capitales simbólicos -conocimiento de idiomas y culturas diversas, por ejemplo- y con una formación pertinente y actualizada para desarrollar su trabajo en un entorno global de alta fluidez.

Para lograrlo, deben poder participar activamente en programas, proyectos y redes de cooperación internacional relacionados con la formación, la investigación y la innovación.

Resulta fundamental entonces que la universidad cuente con recursos humanos de calidad, tanto entre sus estudiantes, como entre sus docentes e investigadores, en materia de internacionalización.

Si una institución es capaz de dar respuesta a estos desafíos, su aporte impactará positivamente en la sociedad al elevar la calidad de sus profesionales formados en los más altos estándares internacionales.

Si bien la internacionalización no es un concepto nuevo, debemos entenderla tanto en el plano de las vinculaciones que la institución realiza con otras alrededor del mundo, como en la necesidad de que toda la comunidad universitaria (estudiantes, docentes, administrativos e investigadores) incorpore este elemento internacional en sus diferentes ámbitos de acción.

Su impacto ya no se limita únicamente al plano tradicional de la movilidad de estudiantes y docentes, si no que se entiende como una actividad transversal que atañe a todas las dimensiones de la universidad.

Como consecuencia, resulta indispensable que cada universidad formule un plan estratégico de acciones de internacionalización que den respuesta a sus características educativas, metodológicas, de presupuesto, de personal docente, no docente y de sus estudiantes, particulares y específicas.

Atender al perfil institucional permitirá desarrollar estrategias más efectivas para cada institución, sin desatender el hecho de que las universidades responden a un marco legal y regulatorio de política educativa estatal, pero que todavía tiene que desarrollarse en relación a la importancia de la internacionalización en los estudios superiores.

En el caso de las Instituciones de Educación Superior (IES) de Argentina en particular, a pesar de que existe un gran impulso a nivel nacional a través de diversas acciones del Ministerio de Educación de Argentina -por ejemplo, el Programa de Promoción de la Universidad Argentina-, la principal dificultad que surge es que en muchos casos se trata de acciones aisladas, sin un horizonte claro, y que no disponen de continuidad o de una adecuada evaluación de sus impactos.

Este panorama nacional y regional del Mercosur, dificulta el desarrollo de un plan de internacionalización de las IES que se adecue a estas políticas nacionales.

La mejor alternativa de la que disponemos es entender que el plan estratégico de internacionalización no es estático y que va cambiando en función del contexto provincial, nacional y regional y, aunque no exista una propuesta clara a nivel nacional, debemos aprovechar las posibilidades que brinda la cooperación internacional para el apoyo y desarrollo de las políticas universitarias.

Sin embargo, es claro que cada institución deberá organizar su internacionalización en base a las potencialidades y características propias de la institución.

Finalmente, este plan estratégico de internacionalización deberá contar con objetivos claros y definidos en cuanto a lo que se desea alcanzar como institución para los próximos años. Es necesario pensar en una proyección de al menos cinco años.

Para ello debemos tener en cuenta que los medios y herramientas para conseguirlos deberán ser lo suficientemente flexibles para que se adapten a cada etapa del proceso que transite la universidad.

Además, deberá tener un carácter transversal, que atraviese todos los ámbitos universitarios, y debe ser de carácter participativo, en el que toda la comunidad universitaria pueda realizar sus aportes de manera directa o indirecta.