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Lo que dejó el debate por Ganancias: Macri y el peronismo ya largaron la campaña para las legislativas 2017
25/12/2016 - 22:54hs

Si algo ha quedado en claro con el debate sobre la reforma del odiado Impuesto a las Ganancias es que la campaña electoral se adelantó varios meses y que cada sector adoptó posiciones con la mira más puesta en las legislativas 2017 que en los problemas de la gestión.

La excepción, claro, fueron los gobernadores provinciales, que reciben la mitad de lo recaudado por ese impuesto -que, a su vez, representa casi la cuarta parte de la "torta" tributaria nacional-.

Estos mandatarios, en su gran mayoría peronistas, están más concentrados en resolver sus problemas de gestión, que en algunos casos son de índole urgente, y en consecuencia pusieron el límite para lo que parecía una segura derrota del macrismo en el congreso.

Como en tantas ocasiones -por ejemplo, cuando le prestaron su apoyo para votar el acuerdo con los "fondos buitre"- lo que unió a los gobernadores con Mauricio Macri no fue el amor sino el espanto a quedarse sin fondos para gobernar.

La resolución del tema Ganancias deja al Gobierno con una sensación de alivio político. No una victoria, sino más bien la recuperación ante lo que parecía una derrota sin precedentes.

Con el proyecto consensuado, Macri recuperó la centralidad de la escena política.

Y no se trata apenas de una cuestión de imagen: la oposición había avanzado al punto no sólo de imponerle un proyecto de difícil financiamiento fiscal sino que, además, había incurrido en la creación de nuevos impuestos, un ámbito en el que ningún gobierno quiere ceder la primacía.

En términos fiscales, el costo de la iniciativa terminó siendo relativamente pequeño: unos $8.000 millones respecto del primero proyecto oficial. Este parece ser un "precio bajo" al lado del costo que tenía el texto impulsado por Sergio Massa, que había logrado la media sanción en Diputados.

Macri mostró reflejos. Y su jugada política ganadora consistió en hacer lo contrario a lo que todos esperaban: cuando se daba por obvio que vetaría la ley opositora por sus inconsistencias fiscales, avisó que la mantendría tal como saliera del Congreso.

El mensaje era claro: no estaba dispuesto a regalarle al peronismo la victoria consistente en votar una ley simpática pero infinanciable y luego asumir el costo político de vetarla, de manera que el peronismo disfrutase del rédito de su discurso popular y no asumiera responsabilidad por las consecuencias de ese proyecto.

Massa piensa facturar en la campañaContribuyó al contragolpe de Macri el error de Axel Kicillof, el ex ministro de economía de Cristina Kirchner, que hoy es diputado.

Kicillof había redactado de apuro la parte técnica de la ley y debió luego incluir una "fe de erratas" por un error de cálculo que había subestimado el costo fiscal en unos $40.000 millones.

Pero tal vez el jugador que apareció más debilitado fue Massa.

Una de las tareas que le ha resultado más difícil es la de tomar distancia del kirchnerismo, luego de haber sido en 2008 jefe de Gabinete de Cristina. A veces, para lograr ese objetivo ha debido sobreactuar su postura denunciadora de la corrupción.

Por eso, cualquier acercamiento al bloque K implica un riesgo. Massa lo sabe y, por eso mismo, se cuidó de no estar personalmente el día en que toda la oposición unida presentó el proyecto de ley.

Evitó además exponerse en la foto junto a Kicillof y otros dirigentes K, pero no pudo evitar que el macrismo hiciera amplio uso de ese acercamiento.

Palabras como "irresponsabilidad", "impostor" y acusaciones de no ser confiable se escucharon con intensidad. Y, para colmo, luego debió quedar pegado al grosero error de cálculo financiero evidenciado en la "fe de erratas" de Kicillof.

¿Por qué Massa tomó esa actitud? En sus propias palabras, porque "prefiero que me digan irresponsable pero no insensible por no priorizar necesidades de los argentinos".La traducción política es que Massa espera que, cuando efectivamente haya un alivio en la clase media que hoy está indignada por pagar un impuesto originalmente pensado sólo para ricos, entonces las inconsistencias técnicas serán olvidadas y lo que quedará en la opinión pública es el agradecimiento a quien impulsó la reforma impositiva.

Es un tema que todavía no resulta tan claro. Primero, porque el alivio resultante del proyecto de consenso es menor, en relación al que Massa había promovido.

Pero, en todo caso, hay una cuestión de "clientela electoral" no tan fácil de resolver: esa clase media es la que votó a Macri en 2015, de manera que no puede inferirse automáticamente que Massa pueda "facturar" este tema en la campaña electoral.

Tiene a su favor un punto importante: Macri había utilizado intensamente el tema del impuesto a las Ganancias durante la campaña electoral pasada. Con lo cual, el argumento de haber faltado a una promesa es un arma que Massa no dejará pasar.

"Ahora empieza a aparecer la racionalidad propia de un contexto electoral, lo que lleva a la oposición a endurecer su postura. Lo que hizo Massa fue desafiar cierta comodidad del Gobierno. Y vemos que cierto sector social que apoya el alivio impositivo que hoy impulsa la oposición fue el que había votado a Macri", apunta Ignacio Ramírez, analista de la encuestadora Ibarómetro, entrevistado por A24.

Otros politólogos destacan que la conclusión de esta "mini crisis" política que sufrió la administración de Macri es que en la política actual se vive en un estado de campaña electoral permanente y que la legitimidad de los gobiernos dependen de su capacidad de respuesta para demandas de corto plazo.

"El macrismo perdió el control de los tiempos políticos y acusa el desgaste de un año en que las cosas no salieron bien en la economía. Y mientras tanto, por el lado del peronismo, hay una puja por el liderazgo de cara a 2019", argumenta el analista Sergio Berenszein.

Según este politólogo, esa misma interna peronista fue la que terminó dándole respiro a Macri, porque cuando los gobernadores provinciales le restaron su apoyo al proyecto de ley opositor no lo hicieron solamente pensando en su caja fiscal, sino también en no darle demasiado aire a la figura de Massa.

No por casualidad, el peronista que se mostró más cercano a Macri fue Juan Manuel Urtubey, el gobernador de Salta que tiene aspiraciones presidenciales para 2019.

Cogobernar con el peronismo, el dilema de Macri

En este momento, el macrismo festeja el hecho de haber frustrado algo que parecía una victoria opositora. Sin embargo, hay señales que indican que también Macri pagará algún costo después de la escaramuza de las últimas semanas.

Para empezar, una conclusión es que Massa mostró capacidad de articulación en la oposición y que logró imponerle su agenda al Gobierno, al punto de que, por iniciativa suya, el Congreso tratara la creación de nuevos impuestos.

Además, quedó en evidencia cierta debilidad del macrismo, que no tiene mayorías parlamentarias. 

Sólo puede mantener la paz política y social a cambio de un alto costo fiscal, como se demostró con la sanción de la ley de emergencia social, que implicó el traspaso de unos $30.000 millones a piqueteros, sindicalistas y organizaciones sociales.

"La gobernabilidad que busca Macri se paga con deuda y con inflación. Pero esto de recurrir a los impuestos como permanente mecanismo de financiamiento político está encontrando límites", observa Berensztein.

Es por eso que el debate interno del macrismo es cómo continuar el relacionamiento con la oposición.

Cada vez son más los que creen que, en vez de marcar distancias con el peronismo, Macri debería emular a su "ahijada", la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, que ha pactado con el sector de Massa.

El acuerdo incluyó hasta el nombramiento de dirigentes peronistas en su gabinete, y el resultado fue positivo en términos de gobernabilidad.

Como apunta el analista Rosendo Fraga: "Vidal logró algo importante, gobierna sin que cada vez que haya que aprobar algo importante se produzca una crisis. En cambio, Macri tiene que hacer una negociación ante cada tema importante de la agenda"

"Si convocara a figuras de la oposición lograría oxigenar su gobierno", agrega. 

Aunque la presión para que revise su postura es grande, de momento parece poco probable que Macri llegue al extremo de ofrecerle un ministerio a Massa.

Después de todo, también él está pendiente de la disyuntiva entre la gestión de su administración y las cuestiones de imagen para las elecciones del 2017