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Macri se endurece: le quita el control de las obras sociales a la CGT tras el acto en Plaza de Mayo

El Presidente ordenó remover a un funcionario cercano al sindicalismo que manejaba fondos de obras sociales. Fue luego de que CGT anunció un plan de lucha
23/08/2017 - 10:45hs
Macri se endurece: le quita el control de las obras sociales a la CGT tras el acto en Plaza de Mayo

El Gobierno redobló la apuesta y en un gesto de endurecimiento le quitó el control de las obras sociales a la CGT. La decisión ordenada por Mauricio Macri se concretó el martes por la noche pocas horas después de la multitudinaria movilización que realizó la central obrera a Plaza de Mayo, donde a una semana de las PASO anunció la convocatoria a un comité confederal el 25 de septiembre para definir un plan de lucha, incluido un paro, en una jornada que incluyó incidentes y reflejó nuevas señales de división al interior del sindicalismo.

La ofensiva oficial se concretó con el despido de Luis Scervino, el funcionario que estaba al frente de la estratégica Superintendencia de Servicios de Salud, que maneja millonarios fondos de las obras sociales, y respondía a José Luis Lingeri, histórico mandamás del sindicato de Obras Sanitarias. Pero además hubo otra baja: el secretario de Trabajo, Ezequiel Sabor, quien también mantenía buenas relaciones con el gremialismo y que encabezaba el ala del PRO que apostaba a la estrategia de repartir fondos para ganar aliados en Azopardo.

Las medidas del Ejecutivo sumaron así un capítulo más al clima de tensión que se vive dentro de la central, donde los "gordos" y los "independientes" se oponían a realizar la protesta impulsada por Pablo Moyano. En un intento por recuperar liderazgo, el camionero inició en las últimas semanas una ofensiva para forzar el endurecimiento de la central frente al Gobierno, empujado por la creciente presencia en las calles de la Corriente Federal de Trabajadores, que lidera el bancario Sergio Palazzo, las dos CTA y los movimientos piqueteros.

"Recientemente ha habido elecciones pero este sector representa la generación de riquezas en este país y no nos alcanza solamente con votar ", dijo Schmid durante el acto, el primero que la CGT realiza frente a la Rosada. Allí rechazó cualquier intento de reforma laboral, planteó la plena vigencia convenios colectivos y cuestionó las intervenciones a los gremios. A la vez que defendió el modelo sindical junto con las obras sociales, y anunció el llamado a un comité confederal donde se definirá "un plan de lucha que incluya un paro".

Si bien casi toda la cúpula marchó ayer en las calles junto a sus afiliados, sobre el escenario se mostró un abánico limitado de dirigentes del moyanismo (Pablo Moyano, Omar Plaini, Jorge Piumato), el sector "independiente" (Andrés Rodríguez), el ala de Luis Barrionuevo (el triunviro Carlos Acuña) y la rama industrial (Rodolfo Daer). Mientras que se abstuvieron de subir a la tarima los líderes de los gremios "gordos" (con mayor cantidad de afiliados) como Armando Cavalieri (Comercio) y el triunviro Héctor Daer (Sanidad), al igual que los líderes de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM).

En ese contexto, el llamado de Schmid -el único orador del acto- a definir una eventual huelga ante de las elecciones de octubre descolocó a más de un sindicalista y no hizo más que agravar las fisuras en la CGT. "Nos pareció inoportuna absolutamente la marcha, raramente la CGT se dejó presionar por la CTA, pero además Schmid cometió un error garrafal, no puede imponer lo que se va a tratar en un confederal", dijo a iProfesional Carlos West Ocampo, líder de Sanidad. Y advirtió que "a una semana de las PASO definir un plan de lucha encimado con las próximas elecciones es por lo menos desubicado".

La medida que comenzó con cortes y concentraciones a partir de las 11 en microcentro de las organizaciones piqueteras y la izquierda fue la manera que encontró la cúpula de descomprimir el clima de conflictividad -la protesta había sido convocada en julio tras los despidos masivos en Pepsico- y mostrar unidad ante los rumores de fractura como de un final anticipado del triunvirato, encabezado por Schmid, Daer y Acuña, que recibió en el último tiempo cuestionamientos desde adentro así como desde el Gobierno.

Sin embargo, la trifulca entre columnas de camioneros y el temor a mayores desmanes bastó para adelantar un cierre relámpago del acto, que concluyó a las 14.58, dos minutos antes del horario en el que debía comenzar según la convocatoria oficial. "Nos estamos peleando entre camioneros", se escuchó gritar a uno de los organizadores a las 14, cuando todavía no había empezado el acto y ya volaban palos, botellazos y cruces blancas de madera, que antes estaban clavadas en los canteros para recordar a los caídos en Malvinas.

Desde la otra vereda, el Ejecutivo salió a cuestionar la protesta durante la jornada. "Fue una pérdida oportunidad de tiempo", dijo Macri más temprano, durante un acto un acto en la Rosada junto a jóvenes que consiguieron su "primer empleo" en una empresa informática. En tanto, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca calificó la marcha de "electoralista" e "inoportuna" frente a los datos de crecimiento de empleo que maneja su cartera y que muestran la creación de 180.000 empleos en los últimos 12 meses, aunque no en el sector industrial, el más golpeado por despidos y cierre de empresas.

Triaca tuvo otro gesto: al igual que ya lo había hecho Macri el 1 de Mayo, se mostró ayer junto a las 62 organizaciones, el paraguas que agrupa a unos 50 gremios enfrentados al triunvirato y que el Gobierno adoptó como su pata sindical. El funcionario además aprovechó el juego de las "ausencias y presencias" durante el acto de CGT para alimentar la hipótesis de una "crisis de conducción" y atribuyó las defecciones sobre el palco a la falta de un "diálogo uniforme".

Esa lectura, sumada a los resultados de las primarias, convenció al macrismo en las últimas horas de dar un nuevo paso contra el sindicalismo, una estrategia que promete agravar las tensiones en la central obrera y podría derivar en una ruptura.

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