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La decisión del presidente Temer de poner en venta a la mayor empresa de electricidad de América latina hizo que la acción subiera case el 50% en San Pablo
23/08/2017 - 14:45hs

El gobierno brasileño indicó ayer que el modelo de privatización de Eletrobras aún no fue definido y que excluirá a las termonucleares y a la central hidroeléctrica de Itaipú, pero el anuncio de la venta de la mayor empresa de electricidad de América latina, provocó euforia en los mercados.

El proceso, que según estimaciones podría reportar al necesitado Estado brasileño unos 20.000 millones de reales (u$s6.300 millones) se empezará a discutir en detalle hoy, señaló el ministro de Minas y Energía, Fernando Coelho Filho, en una rueda de prensa en Brasilia.

"Vamos a someter mañana al Programa de Asociación de Inversiones (PPI) la desestatización de Eletrobras", afirmó. "Es un movimiento de fundamental importancia para el desarrollo del sector eléctrico brasileño", añadió.

Pese a que el proceso difícilmente podrá concluir durante el mandato del presidente Michel Temer, a fines de 2018, los inversores lo recibieron con euforia.

Las acciones ordinarias de la estatal se dispararon 48,87% en la Bolsa de Sao Paulo y del Ibovespa cerró a 70.011 puntos (+2,01%), su mayor nivel desde 2011.

Según un comunicado del Ministerio de Minas y Energía (MME), la privatización "traerá más competitividad y agilidad a la empresa para gestionar sus operaciones, sin las ataduras impuestas a las estatales".

El gobierno podría optar por vender el control total de Eletrobras o abrir su capital para pulverizar la participación accionaria del Estado, pero conservará el derecho a vetar decisiones mediante una "golden share" .

En simultáneo, la desestatización incluiría una propuesta para cambiar el modelo tarifario que rige sobre muchas usinas del enorme parque de generación de energía de Brasil, equiparable a un subsidio. Ello permitiría que parte de lo recaudado ingrese al Tesoro para paliar el enorme déficit fiscal brasileño.

Eletrobras forma parte del drástico cambio de política económica que aplicó el gobierno conservador de Temer, que abandonó las prácticas de mayor intervención estatal que signaron la gestión de Dilma Rousseff (2011-2016). Lanzó un ambicioso plan de privatizaciones que incluyen aeropuertos, campos petroleros y ahora la generación, transmisión y distribución de energía.

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