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Grieta interna: dos bandos macristas pugnan sobre priorizar la estabilización o el crecimiento
31/08/2017 - 12:11hs

La "guerra de modelos" que más preocupa a Mauricio Macri no es la que existe entre su administración con el kirchnerismo

Tampoco la que quedó expuesta la semana pasada y que lo tuvo enfrentado al sindicalismo

Ni siquiera la tensión que subyace en su vínculo con Sergio Massa; y mucho menos con los gobernadores peronistas, con quienes lo une una relación 100% teñida por la conveniencia política. Nada de eso.

Hoy en día, y en materia estrictamente de política económica, lo que más ocupado tiene al Presidente es el debate interno que se libra en los despachos oficiales. Y que tiene como protagonistas a los funcionarios designados por el propio jefe de Estado.

Esa interna, subterránea, pero a la vez áspera y mucho más relevante que los previsibles tironeos políticos de estos tiempos, encuentra al Ejecutivo atravesando uno de los momentos más decisivos desde el 10 de diciembre de 2015.

Cada tanto emergen a la luz pública algunas de estas fricciones. Los involucrados saben que Macri es refractario a que las internas se diriman en los medios. 

Aquellos que desconocieron ese mensaje, como Alfonso Prat Gay y Carlos Melconian, tuvieron que vaciar sus despachos antes de tiempo.

Esto no significa que no haya momentos en los que esas peleas asomen. Se trata, en definitiva, de pujas por espacios de poder, por ver cómo se arma la cadena en la toma de decisiones.

Días pasados, iProfesional reveló en exclusiva un avance de la Casa Rosada sobre el Banco Central

Concretamente, que la jefatura de Gabinete -a través de los coordinadores económicos Gustavo Lopetegui y Mario Quintana- intenta marcarle la cancha a Federico Sturzenegger a través de las designaciones de nuevos directores en el BCRA. 

Por cierto, se trata de nominaciones que ni siquiera pasaron por el tamiz del banquero central antes de ser presentadas.

La inflación puede esperarLa clave de lo que está sucediendo en estos días guarda relación con la impronta que Macri dará a su administración a partir de su revalidación en las urnas. 

Esas internas no hacen más que poner en evidencia que en el Gobierno conviven dos grupos funcionarios:

- Uno que se muestra ansioso por asegurar (y acelerar) el despegue de la economía

- Otro más propenso a enfatizar su "estabilización", aun cuando eso implique un costo en el crecimiento

En este último grupo prevalece la idea de dar señales contundentes de que el Gobierno cumplirá en 2018 con una inflación que debería ser la mitad de la de este año, que varios economistas proyectan cercana al 23%.

Quienes lo integran argumentan que, para lograr ese cometido, hacen falta medidas de corte "ortodoxo", como un ordenamiento fiscal que debe ser cumplido a rajatabla.

El "ala política" del Gobierno pretende recorrer un sentido opuesto a esa lógica. 

Es decir, que primero se asegure la reactivación -que viene acelerándose- y que sea ésta la condición primaria para reducir el rojo fiscal. 

Esto implica, por primera vez, un intento explícito de influencia sobre las decisiones del Banco Central respecto del costo del dinero (tasa de interés).

La pelea entre estos dos "bandos" es trascendental, ya que marcará a fuego la economía que viene, en un contexto en el que Macri querrá demostrar que el crecimiento actual es sustentable y cada vez más vigoroso.

El quién es quiénAl día de hoy, el debate central en el seno del Gobierno refiere a la estrategia a implementar para no ahogar el crecimiento de la actividad.

Hasta el presente, la Casa Rosada ha optado por el gradualismo como una "forma de vida". Así lo define el propio Nicolás Dujovne cada vez que debe referirse a la reforma tributaria, una de las grandes promesas de Cambiemos para el segundo tramo de la gestión.

Las intenciones del Ejecutivo no sólo son tenidas en cuenta fronteras adentro. También son monitoreadas desde Wall Street, ya que definirán el andamiaje y la evolución de la economía tras las elecciones de octubre.

En este contexto, la dupla Lopetegui-Quintana aparece como la que, hoy por hoy, tiene la palabra final. 

Ambos funcionarios reportan directamente a Macri y son los que concentran la información que proviene de las diferentes carteras.

Lopetegui-Quintana administran de igual modo al que lo hacían en el sector privado. 

La diferencia es que ahora toman nota de las necesidades políticas de la Casa Rosada, coordinan con Marcos Peña y prestan atención a las opiniones de Rogelio Frigerio.

Entre todos llegaron a la conclusión de que, luego de superadas las PASO, la prioridad pasó a ser el cuidado del despegue económico

"La actividad está lanzada. Con matices y heterogeneidades. Por eso mismo hay que trabajar en maximizar los rubros que vienen más atrás, como el consumo masivo", señala a iProfesional un funcionario con acceso a los despachos del primer piso de la Casa Rosada.

"No hay que enloquecerse con desinflacionar de golpe. El argumento del gradualismo sirve acá también", añade a este medio.

Su mensaje tiene un destinatario preciso: Federico Sturzenegger quien, desde el Banco Central, plantea una pelea titánica por acomodar a la inflación varios puntos por debajo del nivel actual. Incluso, a riesgo de enfriar la aún incipiente recuperación.

"Nuestro gran problema radica en que una buena parte de los contratos está indexado: tarifas, jubilaciones, pensiones. También los salarios. Forma parte de nuestra realidad y es muy peligroso ponerse en contra de esta corriente", añade la fuente consultada.

Por ahora, tanto en el Palacio de Hacienda como en jefatura de Gabinete trabajan bajo el supuesto de que tampoco el año que viene caerá una lluvia de inversiones sobre la Argentina. Prefieren moverse de forma muy conservadora en ese sentido.

En algunos despachos, incluso, ya están pensando en utilizar el sobrecumplimiento de la meta fiscal previsto para este año para no tener que apretar las clavijas en 2018. O por lo menos no tanto.

En bancos de Wall Street creen que ese desempeño, superior al estipulado, podría equivaler a medio punto del PBI, por lo que el ajuste del año que viene sería inferior al contemplado inicialmente.

Estas proyecciones circulan en los despachos oficiales y están a la espera de las negociaciones que se abrirán con los gobernadores y con la oposición (no kirchnerista) transcurridas las elecciones.

Dujovne será uno de los encargados de definir la suerte de la meta fiscal en la mesa de los pactos políticos, tanto con los mandatarios provinciales como en el Congreso. El otro será Frigerio

Macri suele respaldar a ambos funcionarios, tanto en público como en privado.

El ministro de Hacienda se ha ido ganando la confianza del jefe de Estado por su cintura política. No hay que olvidar que Dujovne llegó al elenco oficial auspiciado, justamente, por Frigerio, a raíz de sus aceitados vínculos con el radicalismo.

Ambos tendrán la misión de "abrochar" con los gobernadores una reforma impositiva sobre la cual están depositadas grandes expectativas, que hasta los propios funcionarios tratan de colocar en su verdadero lugar. 

Por eso mismo, Dujovne y el propio Macri ya avisaron que el efecto de esos cambios deberá ser neutro y que cualquier modificación de fondo será gradual.

Tarifas, al ritmo del calendario electoralEn la Casa Rosada también tienen bajo análisis el impacto de los subsidios del transporte en el área metropolitana. 

En el plan original, la idea era aplicar en abril un incremento en los viajes en colectivos, trenes y subtes

Ese mes se determinó postergar la medida para después de las elecciones de octubre. Y ahora no se descarta que recién se materialice a inicios de 2018.

Dos elementos son tenidos en cuenta: el impacto inflacionario, en un momento en el que también llegarán nuevos ajustes en las tarifas de gas y en la electricidad.

Pero sobre todo, algunos funcionarios entienden que un aumento en los boletos para viajar tendrá un efecto ineludible en el poder adquisitivo de millones de trabajadores, justo en momentos de una mejora en el nivel de actividad.

Con el mismo criterio, en la Casa Rosada se decidió posponer el alza en las naftas y gasoil, lo que implica todo un síntoma: es la primera vez que el Gobierno antepone una prioridad política a la agenda marcada desde el Ministerio de Energía conducido por Juan José Aranguren.

La otra pata que resta en este escenario de tensiones (internas y externas de la administración) refiere al mercado del trabajo. 

El ministro Jorge Triaca se consolidó como uno de los más sostenidos en el Gabinete nacional, y desde ese lugar, emergerá como el defensor (y negociador) de la reforma laboral que le pidió el Presidente.

Está claro: más que en la dureza técnica, el "ala política" del Gobierno está convencida de que el ciclo positivo de la economía debe ser garantizado a como dé lugar.

Macri parece haber aprendido una norma del gobierno anterior. Como Néstor Kirchner primero, y Cristina después, prefiere supeditar la economía a las conveniencias políticas.