Cuando Javier Iguacel se enteró que YPF pasaría a ser manejada por la española Repsol tomó la decisión de manera inmediata: renunció a la compañía a pesar de que su sueño de joven ingeniero especializado en petróleo era hacer carrera en esa compañía.

En verdad, no en esa que ahora se vendía íntegramente al capital español sino en la que había sido: la empresa petrolera insignia de la Argentina. No por nada, su modelo de ejecutivo era José "Pepe" Estenssoro, el recordado mandamás de YPF durante aquellos años '90, previos a la privatización, muerto trágicamente en mayo de 1995.

"Soy de los que creen que la energía del país debe generarle riqueza a la gente y no soporté que YPF fuera subsidiaria de Repsol", asegura Iguacel en diálogo con iProfesional.

"Era una época complicada. Había nacido mi hijo, estábamos en Malargüe, dejé todo y nos instalamos en Buenos Aires con mi familia. Fui a ver a profesores míos de la Facultad, recorrí empresas buscando trabajo y finalmente ingresé en Pérez Companc", recuerda el actual funcionario.

Los siguientes cuatro años los pasó en Pecom, en Rincón de los Sauces. Hasta que la compañía fue vendida a la brasileña Petrobras y volvió a cambiarse. Ingresó en Pluspetrol, corría el año 2004, e hizo carrera en esa empresa. Llegó a vicepresidente.

En 2015 decidió finalmente dedicarse a la política. Primero "dándole una mano" a un dirigente peronista. "Pero cuando ví que la corrupción era muy grande, que íbamos camino a ser Venezuela, me decidí y me candidateé a intendente de Capitán Sarmiento".

Iguacel perdió las elecciones por 200 votos frente a Oscar Ostoich (FpV), pero los referentes de Cambiemos que lo vieron militar lo convencieron para que se mantuviera en contacto y formara parte del Gobierno nacional.

Guillermo Dietrich, ministro de Transporte, le propuso el cargo de director de Vialidad. Dice que aceptó "para cambiar el sistema de corrupción que caracterizó la obra pública durante el kirchnerismo".

Hoy, a casi dos años de la asunción, asegura que lo está logrando.