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En esta columna, el sommelier Martín E. Krawczyk Pardo analiza la importancia de comenzar a comunicar el terruño y apoyarse en las Indicaciones Geográficas
11/09/2013 - 19:00hs

Argentina, como país del nuevo mundo vitivinícola, siempre pregonó su esquema de importancia de la "Varietalidad por sobre el Origen".

Hasta hace poco tiempo, en el mundo se desconocía la ubicación de Mendoza o Salta. Pero en la actualidad, el consumidor ha empezado a reconocer las diferencias que tiene una misma uva en distintos orígenes.

Si bien tenemos historia, aún nos queda un largo camino por delante.

Recién empezamos a explorar nuevas zonas o a redescubrir históricas, pero desde otra óptica. No podemos, ni debemos, restringirnos con las estrictas leyes de una Denominación de Orígen. Sin embargo, sí se puede trabajar más a fondo y a consciencia en las Indicaciones Geográficas.

Si continuamos vendiendo sólo Malbec, a secas, nos encontramos compitiendo ahora contra los renovados Malbecs franceses o el desarrollo que la variedad ha tenido en Chile y en otros países.

Entonces, comencemos a comunicar más que las bondades del Malbec de ser un vino frutado, fácil de beber y de buena relación precio-calidad.

Empecemos a llevar el mensaje del origen. Las bodegas "grandes" que poseen viñedos en distintas zonas pueden demostrar esa variedad de Malbecs, y las más "chicas" la experiencia de una zona específica.

Hoy, quien compra un Chardonnay de Napa, tiene una idea de lo que se va a encontrar, y que sería distinto si comprara uno de Casablanca o de Chablis.

Con el Malbec no teníamos ni competencia externa, ni interna. La gran mayoría de los vinos respetaba cierto estilo y era indistinto de dónde provenía la uva. Inclusive, si bien se habla hace varios años de "Single Vineyard", varios de ellos se reconocen por el nombre del viñedo, pero se desconoce la ubicación del mismo

Hace falta mucho trabajo conjunto, de enólogos, agrónomos, bodegueros, sommeliers, INV, etc., trabajar en los límites de cada zona, sobre todo en aquellas que se han vuelto más famosas y, en consecuencia, perdido sus límites originales.

Un trabajo de mucho tiempo, para analizar suelos, comportamientos de las distintas uvas en cada uno.

Pero tampoco nos encerremos en el Malbec. Hoy vivimos un particular interés por el Cabernet Franc, el PinotNoir y el Bonarda, a la vez que los enólogos buscan en los blends muchas veces sus mejores vinos, al tiempo que empiezan a aparecer blancos de calidad destacable mucho más que hace algunos años.

Respetemos lo que cada zona le implica al varietal en cuestión. No es casualidad que cuando lo que más se vendía eran vinos con taninos dulces y altas cantidades de madera se priorizaran ciertos distritos de Luján o Maipú; o que cuando hoy se ha disminuido la dosis de roble y se busca mayor frescura y acidez en los vinos de alta gama, se recurra a las zonas más altas de Agrelo o Valle de Uco.

Ambos estilos pueden coexistir, ya que siempre habrá consumidores que disfruten de ambos. Ahora bien, esa diferencia de estilos se debe comunicar.

¿Y qué mejor manera de comunicarlo sino a través del origen?

Sobre el autorMartín E. Krawczyk Pardo es sommelier de la AAS, Certified Sommelier por la Court of Master Sommeliers y finalista del Concurso Mejor Sommelier de Argentina 2012.

Actualmente escribe en el blog KickWines. Twitter: @mksomm. 

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