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La temporada de invierno permanece colgada en los percheros y el 80% de las ventas se produce los días de descuentos de los bancos y las tarjetas
22/06/2015 - 10:36hs

Los comerciantes de indumentaria recibieron con mucha expectativa los primeros fríos intensos del año, ya que la temporada de Otoño/Invierno permanece colgada en los percheros y casi no se mueve. 

Sucede que los consumidores perciben como excesivos los precios de las prendas que las marcas venden con cada vez menos rentabilidad. 

La indumentaria sufrió la inflación como todas las otras categorías del consumo en la Argentina, y el sector la enfrentó con agresivas campañas de descuentos, promociones y más locales. Sin embargo, nada de todo esto alcanzó para que esta industria escape a la ecuación de costos e ingresos negativa

El economista Mariano Kestelboim describió a La Nación las particularidades del modelo productivo local: "Desde los 90 y hasta ahora, la producción se verticalizó; las marcas de indumentaria producen en talleres con una capacidad limitada".

Mientras el consumo funcionó como uno de los pilares del modelo, la capacidad productiva creció. Pero la baja de las ventas del 7,9% en 2014 invirtió el panorama.

Y al llegar este año la temporada de Otoño/Invierno, cuyas prendas son generalmente más caras que las de verano, la situación se agravó por el bajo nivel de ventas. Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en mayo, las nuevas colecciones en los percheros no atrajeron demasiado público. El crecimiento interanual fue un leve 0,9%, por debajo del incremento de ventas minoristas en ese período. 

"Hay más oferta que demanda", describió al matutino un empresario de larga trayectoria en la industria.

¿Por qué no caen entonces los precios? En las marcas dicen que a la salida de los talleres, los costos se sumaron a las prendas, "sobre todo, los vinculados a la comercialización", dijo Kestelboim. Y la acumulación llegó a las vidrieras, al final de la cadena.

A esto se sumaron trabas a la importación de insumos, que alargaron los tiempos y agregaron nuevos costos al ingreso de mercaderías.

Además, reconocieron los vendedores consultados por La Nación, los precios tienen un plus que sirve como margen para hacer promociones y usarlas como estímulo para la demanda. "Es que el 80% de las ventas en los locales de ropa se hace los días de descuentos con bancos, tarjetas u otras promociones, y eso generó una fuerte distorsión en los precios", apuntó el dueño de una marca de forma anónima.

Según datos de la Fundación Pro-Tejer, la fabricación propiamente dicha de una prenda explica sólo 14,4% del precio; la materia prima representa apenas 4,6%; corte y costura, otro 4,2%, y una porción similar corresponde al lavado, bordado y otros pormenores de la confección. La ganancia del confeccionista pesa menos del 1% y otro tanto corresponde a gastos operativos.

Fuera de la fabricación, lo que se paga por la prenda también incluye un porcentaje de diseño, marketing, publicidad y otros gastos administrativos, que agregan un 19,4% más al número final.

Por último, concluye el estudio de Pro-Tejer, se contemplan los costos comerciales y de ocupación (31%), y los financieros (8%), que incluyen el impacto de las promociones. En este ítem merece una mención el adicional de "llave" que pagan quienes se establecen en un shopping, las altas expensas y los gastos comunes.

La cuenta cierra con un 27% adicional de impuestos. Pero Andrés Mir, del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), dijo a La Nación que el costo impositivo en el precio de venta al público de la indumentaria está en torno del 37%.

Con todo esto, las marcas hacen un "mark up", es decir, establecen un porcentaje que permita cubrir los costos y tener un margen de ganancia. 

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