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El menor uso de la madera o el adiós a los Chardonnay dulzones, son tendencias ya conocidas. En esta nota, exploramos más allá y te contamos lo que viene
12/10/2016 - 01:05hs

Suele decirse que el vino es un organismo vivo. También lo es la industria vitivinícola en su conjunto, conformada tanto por las bodegas como por los propios consumidores.

En esta producción, desde Vinos & Bodegas iProfesional indagamos en las últimas tendencias que están marcando a fuego a esta actividad, que sigue evolucionando y experimentando cambios.

Y si bien todas estas tendencias son palpables hoy en día, sin dudas serán cada vez más evidentes en los próximos años. 

1. El regreso del Semillón

Durante décadas, la variedad Semillón permaneció como una de las cepas blancas más postergadas de la vitivinicultura argentina.

Pero ahora el mercado está asistiendo a un redescubrimiento del Semillón.

Claro que hay un dato paradójico: la superficie implantada con esa variedad en la Argentina no para de retroceder. De hecho, en lo que va del año se registraron 777 hectáreas de esa variedad, un 25% por debajo del nivel que había en 2002.

Pese a este lento y paulatino ocaso, más bodegas están volviendo a apuntar sus cañones en esta uva, de la mano de su altísima calidad enológica, principalmente para alumbrar vinos de alta gama.

Inéditos Semillón Hulk, del enólogo Matías Michelini -que es embotellado sin filtrar- se presenta como una de las rarezas que hay en el mercado.

Finca Suárez, de Altamira, es una de las bodegas que se prepara para lanzar un blanco elaborado a partir de Semillón.

Otro caso interesante es el de la bodega Humberto Canale, ubicada en el Valle de Río Negro, que este año lanzó al mercado la primera añada de su Old Vineyard Semillón. No es un dato menor que esta bodega fue la primera de la Argentina en embotellar esta uva como 100% varietal a mediados de la década del `70.

Se trató de una partida limitada de 3.500 botellas y su éxito fue inmediato, a punto tal que en apenas cuatro meses quebraron stock.

Humberto Canale Old Vineyard Semillón 2015 es un blanco que está definido por la elegancia: están presentes las clásicas notas de frutas de carozo y suma capas de aromas con trazos florales y un sutil toque de vainilla, apenas perceptible. En boca sigue mandando la elegancia, de la mano de un equilibrio envidiable. Lo bueno es que es tiene acidez y frescura y un interesante volumen, pero así y todo es sutil, para beber sin urgencias. 

2. Los rosados, cada vez más secos

Durante décadas, los vinos rosados eran considerados como una alternativa de baja calidad. Con suerte, los mejores se obtenían de la sangría durante la elaboración de vinos tintos.

Por fortuna, en los últimos cuatro o cinco años surgieron numerosos establecimientos que comenzaron a elaborar vinos rosados pero pensándolos no ya como un derivado de los tintos, sino concibiéndolos desde el mismo viñedo.

Lo interesante es que poco a poco han ido surgiendo exponentes cada vez menos dulces y estridentes y que apuestan a un estilo más de la Provence. En general se trata de vinos sobrios en cuanto a color y aromas, de pulso más bien seco y de paso ligero.

Un exponente de esta nueva tendencia es el nuevo rosado de la bodega Familia Arizu, que lanzó una etiqueta llamativa, bautizada A rosé is a rosé is a rosé.

Este rosado está elaborado en base de Pinot Gris, una cepa que suele asociarse a los vinos blancos pero que, con una maceración completa de siete a ocho horas, suele entregar vinos color salmón pálido. También suma uvas Syrah, que se dejan macerar por poco menos de una hora.

Este rosado escapa un poco a los parámetros del Nuevo Mundo. Está pensado desde el inicio como esos lábiles y elegantes rosados de la Provence, de suaves colores tipo piel de cebolla, con tenues notas frutadas, florales y herbáceas. Por eso, a olvidarse de los rosados explosivos. En boca es redondo, bien sedoso y rinde culto a los grandes y delicados rosados de esa parte del Viejo Mundo.

3. El nuevo fetiche: los blends blancos

Tras la tendencia por la cual más bodegas fueron bajándole el pulso de la madera a tintos y a blancos –básicamente al Chardonnay-, la última tendencia fue comenzar a experimentar mucho más con los blends. Y los blancos no fueron la excepción. 

En un contexto en el que está repuntando esta categoría, especialmente en el segmento de alta gama, cada vez más bodegas suman a su portfolio blends blancos.

Entre los más destacables pueden encontrarse Susana Balbo Signature White Blend y Chakana White Blend.

Entre las rarezas, un buen ejemplo de esta tendencia es la bodega Blanchard & Lurton, una alianza entre el bodeguero francés François Lurton y el productor mendocino Andrés Blanchard, que cuenta con una larga tradición familiar en la industria vitivinícola.

El proyecto tiene como objetivo principal posicionar a los vinos blancos argentinos en lo más alto a nivel internacional. De hecho, están por iniciar la construcción de una bodega en Valle de Uco que estará únicamente enfocada en la producción de blancos.

Su primera etiqueta, Blanchard & Lurton Grand Vin 2014, es un blend de alto vuelo, que conjuga una mayor proporción de Tocai (60%) y suma además Viognier, Pinot Gris y Chardonnay. A partir de una elaboración muy cuidada y artesanal -el Viognier, por ejemplo, se fermentó con sus granos enteros en barricas abiertas- este blanco ofrece notas sutiles de damascos secos, un elegante toque herbáceo y floral y suaves trazos de vainilla, todo en dosis justas. En el paladar exhibe argumentos sólidos de por qué es un blanco de alta gama: en su recorrido presenta un buen volumen, con un pulso apenas oleoso y una agradable textura. La acidez está presente, pero está lejos de ser excesivamente filosa.

4. El boom de los nuevos proyectos

La anterior y última gran oleada había tenido lugar tras la devaluación que llegó como consecuencia de la gran crisis de 2001. De la mano de un tipo de cambio ultracompetitivo surgió una gran cantidad de proyectos que estabann principalmente orientados a la exportación.

Este período, que se extendió hasta 2006, luego entró en una fase declinante. En los años posteriores, cuando más se notó el atraso cambiario, fueron más las bodegas que salieron del negocio exportador que las que entraron.

Sin embargo, desde hace un par de años se comenzó a gestar la última oleada que trajo aires nuevos a la industria.

Si se tuviera que trazar un hilo conductor podría decirse que, en general, son proyectos chicos o medianos, con estructuras muy flexibles y la gran mayoría de ellos están impulsados por un enólogo. 

Entre los últimos nombres que surgieron figuran proyectos Ver Sacrum, Underground, Finca Beth, Cara Sur, Morelli Vinos de Cava y Desquiciado Wines. 

Esta última bodega fue creada por dos miembros del equipo de Manos Negras: Martín Sesto, quien se dedica a la parte de producción y , y Gonzalo Tamagnini, responsable de enología.

El proyecto nació en plena vendimia del 2014. La primera añada (2015) está conformada por dos etiquetas: un Malbec y un Cabernet Franc. En total, elaboraron 15.000 botellas. En el caso concreto de este Malbec, se trata de un ejemplar de aromática sobria, que ofrece fruta roja fresca, pátina floral y una delicada vainilla. Agradable y muy sutil. En boca exhibe un ataque seco, con un andar amplio que recorre todo el paladar y fluye con soltura. Está lejísimos de ser denso y mantiene un buen rato un recuerdo a fruta roja y negra.

5. La exploración de nuevas zonas y terroirs

En este último tiempo, de manera silenciosa, se ha dado un fenómeno muy interesante: la exploración de nuevos terruños. En general, se trata de emprendimientos de pocas hectáreas de viñedos emplazados en zonas vírgenes o muy poco investigadas.

Uno de los pioneros en este sentido es la dupla conformada por Santiago Achával y Roberto Cipresso, que hace pocos años dieron vida a Matervini, una bodega que elabora apenas 18.000 litros por vendimia.

Lo fundamental es que uno de sus vinos se produce a partir de uvas de El Challao, en las Heras, en un área nueva, emplazada a más de 1.600 metros de altura y a la cual en un comienzo sólo podían accederse a caballo. También poseen un pequeñísimo viñedo en el por ahora poco explorado Valle de Canota, en plena precordillera, al pie de Villavicencio.

Otro pionero en la conquista de nuevos terroirs Alejandro Sejanovich, creador de proyectos tan disímiles entre sí como Manos Negras, Teho, Zaha, TintoNegro y Anko. Ahora está investigando el potencial de un viñedo emplazado en un valle ubicado a 2.000 metros de altura, en Uspallata.

Casarena es otra de las bodegas que ha contribuido a empujar las fronteras vitivinícolas en Mendoza: este año presentaron su primer Malbec de un viñedo llamado “Naoki”, ubicado en Agrelo, al costado de la Ruta 40, donde hasta el momento prácticamente no se había labrado la tierra.

Desde la bodega bautizaron a esa nueva zona de Agrelo como “el suelo imposible”, por las dificultades con que se toparon durante el proyecto para levantar el viñedo.

Casarena Single Vineyard Naoki`s Vineyard Malbec 2013 se desmarca del estilo clásico y de manual que suelen caracterizar a los vinos de esa región. Este Malbec que no abusa de la fruta roja madura y explosiva tan propia de Agrelo. En la primera capa de aromas aparece un intensa pátina floral, seguido de frutas tipo ciruelas, pero más bien tenues, complementada con notas de especias y hierbas aromáticas. En boca ofrece su gran diferencial: es un vino de perfil seco, con buen cuerpo y volumen y taninos bien perfilados pero con una acidez natural bien marcada, con la particularidad de que los enólogos no tuvieron que intervenir para corregirla en bodega.

6. Avanzan las cepas no tradicionales

Por cuestiones comerciales o enológicas, la realidad es que no abundan las bodegas se atrevan a lanzar vinos realmente diferentes. Pero lo cierto es que cada vez se experimenta más. 

En este último tiempo ha surgido un amplio abanico de establecimientos que, a partir de cepas nada tradicionales para la industria vitivinícola local, están sorprendiendo con vinos de alta calidad y con mucho potencial de crecimiento.

Sin dudas, una de las bodegas en la Argentina que más foco ha puesto en los últimos años en investigación de variedades no tradicionales es Familia Zuccardi.

Pero en este último tiempo se han sumado otros jugadores: Ver Sacrum con la Garnacha; Doña Paula con la Casavecchia o Viña Las Perdices, con la Ancellotta son ejemplos de esta tendencia.

Esta uva posee una gran concentración polifenólica (es decir que posee gran cantidad de taninos y antocianos), lo que la hace ideal para la crianza en madera por períodos medios o largos. Esto da como resultado vinos voluminosos y muy interesantes.

La bodega acaba de presentar la primera añada de 8.000 botellas de Ala Colorada Ancellotta 2013. 

Se trata de un vino con una aromática profunda y elegante. Dominada por las especias dulces, fruta roja bastante madura, un dejo ahumado y rastros de tabaco. Al paladar es un vino de ataque seco pero con cierto graso, de muy rica textura. Sus taninos están bien perfilados y su avance muestra una jugosidad que gana impacto hacia el final de su recorrido. Fruta roja y especias de repostería cierran la aromática larga e intensa.

7. La revalorización del Cabernet Sauvignon de Agrelo

En los últimos años, la mayoría de las novedades vitivinícolas provino del Valle de Uco.

Específicamente, las texturas que le imprimen los suelos calcáreos a tintos y blancos –propios de los grandes terroirs a nivel mundial- convirtieron a zonas como Gualtallary o Altamira en los dos grandes hotspots del momento.

Sin embargo, así como ha proliferado este estilo de vinos con ADN de Uco, recientemente se inició una fase de revalorización de los tintos de Luján de Cuyo, más precisamente del Cabernet Sauvignon.

Enólogos que durante años trabajaron ese terroir, como Eduardo Bossi Bonilla, están realmente convencidos del enorme potencial y han levantado bien en alto la bandera de Agrelo.

Javier Lo Forte, de Pulenta Estate, es otro de los enólogos convencidos de que este terruño está llamado a ser reconocido a nivel internacional como cuna de los grandes Cabernet Sauvignon de clase mundial.

El último ejemplo de esta tendencia puede encontrarse en una nueva etiqueta de la bodega: Pulenta Estate Gran Cabernet Sauvignon 2012.

Se trata de un tinto que realmente contribuye a la causa con su extrema elegancia, sus aromas maduros, dominados por la fruta negra, dejos especiados y aromas propios de la barrica, completamente integrados. Al paladar, este Cabernet Sauvignon se presenta amplio, con taninos bien pulidos y una textura sucrosa, propia de la zona.

8. Se refuerza la apuesta por lo orgánico

En sintonía con la creciente demanda internacional y en un contexto en el que cada vez más se prioriza la producción de alimentos de manera sustentable y amigable con el medioambiente, más bodegas en la Argentina están avanzando en el segmento de los vinos orgánicos. 

Escorihuela Gascón, por ejemplo, acaba de lanzar un Malbec elaborado a partir de viñedos certificados de La Consulta, en Valle de Uco.

En tanto, el grupo de marcas que antes se encontraban bajo el paraguas de Ernesto Catena Vineyards, ahora se presentan como bodegas independientes y, dos de ellas, con mucho énfasis en la elaboración de vinos orgánicos.

Una de ellas es Animal Organic. La otra es Siesta en el Tahuan, que acaba de presentar tres nuevos vinos biodinámicos y, por ende, orgánicos: un Malbec, un Cabernet Franc y un Cabernet Sauvignon.

Siesta Biodinámico Single Vineyard Malbec 2013  es un gran exponente de Vista Flores, que muestra su costado más complejo, con un gran dueto entre las frutas rojas maduras, las especias, la carga floral una madera que aporta ahumados, tabaco y vainilla, en dosis muy, muy suaves. En boca premia con un recorrido largo, algo tenso, pero nada cansino, dejando a su paso una textura rugosa. Acidez equilibrada y gran despliegue aromático, que permanece un largo rato.

9. Se consolida el Cabernet Franc

Hay un dato que vale la pena destacar: por primera vez, la superficie de Cabernet Franc en el país va camino a superar las 1.000 hectáreas.

En concreto, se registran hoy en día unas 923 hectáreas, lo que implica casi 100 más que el año pasado.

Si bien es una cifra baja teniendo en cuenta que, según el Observatorio Vitivinícola Argentino, en la actualidad hay 224.570 hectáreas plantadas con viñedos, lo interesante es que confirma el camino estratégico que se está encarando desde la industria, que viene acompañando el crecimiento de la demanda pero con el foco puesto en la calidad.

Además, si se traza un comparativo con la evolución que tuvo otra variedad que también estuvo muy en auge en estos últimos años, como es la Petit Verdot, queda de manifiesto la mayor proyección que ha logrado la cepa Cabernet Franc, que hoy la supera en superficie en un 50%.

Uno de los últimos ejemplares que se lanzó al mercado a partir de esta variedad es Alta Vista Premium Cabernet Franc 2014. 

Este ejemplar se destaca por una explosiva fruta roja madura, encorsetada en notas balsámicos y una madera que marca un poco la cancha, con un dejo a vainilla y café. Al paladar se presenta como un vino amplio, jugoso, de taninos firmes pero amables. El alcohol se palpa un poco hacia el final, pero nada que incomode al acompañar una carne bien condimentada o unas pastas con una salsa consistente. Su final, largo, deja un recuerdo de fruta negra y vainilla.

10. Altamira muestra sus múltiples facetas

Altamira –emplazado dentro del distrito de La Consulta, en el Valle de Uco- es un cono aluvional del río Tunuyán extremadamente codiciado, en el que un grupo de productores independientes defienden sus fronteras naturales.

Esos límites naturales, aseguran son los que le dan identidad propia a los vinos que allí se generan.

En este contexto, pequeñas bodegas de la zona acaban de lanzar una asociación, por ahora de carácter informal, denominada Productores Independientes de Paraje Altamira (PIPA).

La misma está conformada por once establecimientos: Chakana, Teho, Finca Suárez, Lupa, SonVida, Traslapiedra, Fincas Adrián Río, Finca Beth, Finca La Igriega y Finca Las Glicinas, además de Altos Las Hormigas.

Como siempre sucede, resulta difícil definir y sintetizar las particularidades de un terroir en un único estilo de vinos, como si fuese una foto, sin vida y sin movimiento.

Prueba de ello es la versatilidad que muestra Finca Beth, un pequeño establecimiento de Altamira y que cuenta con dos etiquetas en el mercado que proponen dos estilos bien diferenciados. Por un lado, ofrece 2Km Malbec, un tinto que apuesta por el nervio y la tensión. Por otro, propone Rompecabezas Malbec, un ejemplar que muestra el costado más amable y gentil de ese terroir.

En nariz es un Malbec elegante, con notas de frutas rojas, nítidos trazos florales. Como se dijo, en momentos en que muchos de los últimos ejemplares de Altamira se caracteriza por su nervio, frescura y su fluir delgado, en el caso de Rompecabezas se palpa más volumen y amplitud. Sus taninos son firmes y redondos, aunque sin renegar de esa textura polvorienta que indefectiblemente le imprime esta zona.

© Por Juan Diego Wasilevsky

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