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La red social experimentaría un leve dolor de tener reguladores que frenen la parte más abusiva de su negocio, pero los beneficios superarán los obstáculos
09/04/2018 - 11:07hs

Las empresas basadas en Internet, en especial las "startups", se ufanan en afirmar que son exponentes de la "nueva economía", más libre de regulaciones, abierta y descentralizada que la "vieja economía", cuyo principal símbolo es el sistema bancario y financiero.

Sin embargo, de manera sorpresiva tras el escándalo de privacidad generado por la consultora Cambridge Analytica, Facebook, la mayor red social del mundo, insinuó que está lista para una eventual regulación. 

El 22 de marzo, cinco días después de que estallara el escándalo, el fundador y director general ejecutivo de la compañía californiana, Mark Zuckerberg, reconoció la posibilidad de que esto ocurra. "De hecho, no estoy seguro de que no seamos regulados", dijo.

Incluso, su mano derecha en la compañía, Sheryl Sandberg, abonó esa línea pocos días después:

¿Por qué expresaron estos dos jóvenes multimillonarios que darían la bienvenida a trabajar supervisados por un regulador?

Las razones pueden ser las siguientes: podría ayudar al negocio a largo plazo de la red social, por un lado; y por el otro, para cuando cualquier regulación entre en vigor, Facebook habrá consolidado aún más su ya inmenso poder.

El ejemplo bancarioSe puede hacer un paralelo con la industria bancaria. Este sector es uno de los más regulados del mundo, y también virtualmente inexpugnable, a pesar de sus antiguas deficiencias. 

Los bancos son los negocios menos amigables con los clientes que uno pueda imaginar. Suelen pagarse altas comisiones y honorarios por un servicio mediocre

Peor aún: las entidades cooperan amablemente con sus respectivos sistemas impositivos nacionales, proporcionando al gobierno todo tipo de información, una práctica que a cualquier abogado de privacidad le encantaría desafiar.

En un país muy regulado como Francia, los bancos ofrecen algunos de los peores servicios posibles: presentan procedimientos anticuados, resistencia a la informatización más básica, un obstáculo en lugar de un apoyo a las pequeñas empresas y un personal improductivo. 

Los bancos han hecho de la regulación la mejor garantía para la perpetuación de su actividad, independientemente de su mediocridad. 

Como resultado, nadie está dispuesto a ingresar al sector bancario. Esto preserva el status quo: solo en los Estados Unidos, un tercio de los clientes de las entidades aseguró que las cambiarían si Google, Amazon o Facebook ofrecen servicios bancarios.

Esta "protección por regulación" es un modelo inspirador para Facebook. La red social podría experimentar cierto dolor de tener reguladores que frenen la parte más abusiva de su negocio, pero al final los beneficios superarán en gran medida los obstáculos

En unos pocos años, el escenario más probable es que Facebook apenas haya visto alterado su crecimiento fenomenal, al tiempo que negocie el mejor trato posible con los reguladores estadounidenses y de la Unión Europea.

Un acuerdo que no perjudique su asombroso desempeño financiero, desalentando a cualquier otra persona dispuesta a desafiar su jardín amurallado. Especialmente, con la amplia gama de productos que habrá desplegado para entonces.

La red social tiene muy poco que temer de los reguladores, ya sea en los Estados Unidos o en Europa.

En países como el sudeste asiático, y pronto en el África subsahariana, donde pretende encarnar a Internet, no tiene que preocuparse en absoluto por la supervisión. Todavía puede disfrutar de la posición de una gran tabacalera, dispuesta a crear nuevos grupos de adictos).

Lazos políticosEn Washington, Facebook es un jugador fuerte, a la par de sus dos amigos y competidores gigantes, Amazon y Google. Juntos, gastan casi tanto en legisladores de influencia como Boeing, el principal contratista de defensa de EE. UU.

Estas empresas "big tech" poseen una gran parte del espectro político estadounidense, en especial en el Partido Demócrata. Por ejemplo, el ex presidente Barack Obama era famoso por su cercanía con Google.

En 2017, la ex consejera de Obama, Valerie Jarrett, se unió a la junta directiva de Lyft, la rival de Uber, y este año, la ex asesora de seguridad nacional Susan Rice se unió a la junta directiva de Netflix.

El esposo de la líder de la minoría demócrata en la Cámara baja estadounidense, Nancy Pelosi, tiene 1,5 millones de dólares en acciones en Apple y al menos medio millón de dólares en Facebook

En el lado republicano, Donald Trump no olvidará que en parte debe su victoria a la astucia de Cambridge Analytica, que aprovechó la imprudencia de Facebook respecto a la privacidad para llegar a los votantes a una escala sin precedentes.

La única posibilidad de una ofensiva potente contra Facebook y Google podría venir con la implementación de la regulación general de protección de datos (GDPR) en la Unión Europea que entrará en vigencia en mayo.

Dificultades técnicasFacebook no es fácil de regular en aspectos técnicos. Algunos piden una prohibición de la publicidad política, pero los límites son imposibles de dibujar; el apoyo de un candidato puede ser fácil de regular, pero cuestionar la promoción de una página de Facebook de un grupo a favor de las armas o de activistas ambientales colisionará en forma inevitable con la sacrosanta Primera Enmienda de la Constitución estadounidense

En cuanto a la separación de las empresas en compañías distintas (Instagram, WhatsApp, Messenger y la propia red social), podría ser efectiva, pero el procedimiento llevaría años.

La única forma de hacer que Facebook sienta el inconveniente sería prohibir sus prácticas publicitarias dirigidas. Esa sería una medida decisiva y eficiente para cuidar a los usuarios, y una sanción, ya que esta característica es un componente clave en el modelo comercial de la empresa. Pero la implementación de tales medidas parece más allá de la capacidad técnica de los legisladores, ya sea en Washington o Bruselas.

A pesar de sus excesos y la indignación actual, es probable que Facebook salga indemne de la crisis. Los consumidores no eliminarán la aplicación en el corto plazo, incluso si solo el 41% confía en la red social para obedecer las leyes de privacidad de los EE.UU. Para su multitud de más de 2.000 millones de usuarios, un castigo de ese tipo sería como radiación, dañina a largo plazo pero invisible. 

Mientras tanto, el mercado publicitario seguirá siendo leal: según informó el diario digital AdAge, de los 1.000 principales publicistas, solo 7 dejaron de comprar anuncios en la plataforma luego del escándalo de Cambridge Analytica.