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En teoría, llegaron para satisfacer nuestras necesidades y solucionarnos la vida. Pero, en la práctica, poco ayudan a la hora de abrir una botella
20/04/2014 - 15:47hs

¿El mercado se adapta y produce lo que los consumidores realmente necesitan? ¿O el mercado se encarga de generar las necesidades para luego producir y vender? Este debate viene de tan larga data que se han escrito miles de páginas desde que el marketing se llama marketing.

Sin embargo, si en algún ámbito surge con notoria claridad la respuesta, es en el del vino. Más precisamente, en toda la industria que se construyó alrededor de este negocio. Es decir, aquellas empresas que fabrican toda esa gama de accesorios que supuestamente llegaron para potenciar nuestro disfrute, para extender las fronteras del lúdico ejercicio de gozar de un vino, pero que, en la práctica, parecen haber sido creados para entorpecer algo tan simple como abrir y beber una botella.

No por nada, cuando se visita casas de familiares o amigos, es usual ver estos adminículos -en apariencia sofisticados-, olvidados en el fondo del cajón.

Desde Vinos & Bodegas iProfesional destacamos a continuación los cinco artilugios más innecesarios que ha creado la industria y que llegaron para complicar nuestras vidas:

•Termómetro: he aquí el invento que faltaba para que puedas disfrutar de un vino. De hecho, casi de un modo imperativo, desde las páginas de venta online se los ofrece como el santo remedio para pasar una buena noche y para que puedas "degustar el vino en su temperatura indicada".

Ahora bien, hablemos de casos prácticos: ¿alguien vio a un anfitrión sacando el termómetro para ver si el vino estaba a la temperatura indicada? Tratar de masificar este artículo es como pretender imponer los termómetros para medir la temperatura de la carne durante la cocción.

La solución más práctica para este tema está en un electrodoméstico básico como una heladera: a los tintos, basta darle 20 a 30 minutos de tiempo, dependiendo de la temperatura ambiente y de si se trata de un vino joven o de crianza. A los blancos, con cerca de una hora será más que suficiente.

Si el día es de excesivo calor, siempre conviene al sacarlos contar con una frapera, hielo, sal y dejar reposar tranquilos a los blancos e ir dosificando su exposición al frío a los tintos.

•Anillo antigoteo: este adminículo pareciera que fue creado para los mismos usuarios que en las publicidades de TeveCompras, sufren los accidentes más insólitos al intentar pintar una pared o regar las plantas. El anillo antogoteo es, tal vez, de los accesorios más inútiles que se han creado para el consumidor común.

Se acepta que el mismo sea utilizado en degustaciones o en ferias de vinos, dado que no está mal que se pretenda mantener la etiqueta impoluta. Ahora bien, en situaciones cotidianas de consumo, resultará cuanto menos excesivo.

Para suplir el uso de este artículo, basta aplicar un tip que se conoce desde que el vino viene en botella: dar un giro rápido de muñeca y evitar que se derrame una gota. Santo remedio.

•Cuchilla cortacápsula: un artículo puede ser innecesario por dos motivos: cuando lo que intenta solucionar no es en realidad un problema, o cuando el propio adminículo en sí en realidad ya viene incorporado en otro dispositivo.

El mejor ejemplo de esto es la cuchilla cortacápsulas, que en la mayoría de los casos ya está incluida en el sacacorchos.

La industria de los accesorios para el vino intentó generar una necesidad creando diferentes presentaciones para la cuchilla, pero así y todo, es uno de los primeros ítems que se olvida en el cajón.

•Señaladores de copas: ¿cuánto caos debe haber en una reunión para que sea esencial señalizar cada una de las copas de vino? Si son cuatro personas en la mesa... ¿qué tan convulsionada tendría que estar la situación como para que sobrevenga la confusión? Y si son más de diez personas, ¿qué garantía hay de que la totalidad de las personas se acuerde de su color -o, en el peor de los casos, del dibujo o forma geométrica- que estaba adosado a su copa? Y en el peor de los casos... ¿qué solución puede ser más simple ante una confusión que lavar las copas involucradas en el mar de dudas?

No negamos que este artilugio puede sumar algo de estética, pero lo cierto es que molesta más de lo que ayuda: cuanto menos resultará incómodo girar la copa y oxigenar el vino sin que interfiera esa suerte de llavero de cerámica o de plástico.

•Bombas de vacío: hasta ahora estamos seguros que, con matices, los lectores habrán coincidido en líneas generales con los anteriores casos. Pero es probable que en este ítem puntual se dividan las aguas: algunos dirán que "realmente sirve para conservar el vino", que "lo uso cada vez que me queda una botella empezada", que "me resulta ideal yo que soy solo/a y no puedo terminar en una noche un vino", etcétera, etcétera y etcétera.

Y seamos honestos: son útiles y hasta necesarios... siempre que funcionen. La realidad es que la mayoría de los tapones que se venden junto con las bombas de vacío -y que se pueden conseguir en vinotecas y hasta en casas de souvenirs-, más pronto que tarde, tienden a fallar.

Conocemos innumerables casos entre familiares, amigos o conocidos que, luego de tapar una botella, extraerle todo el oxígeno -el enemigo número uno del vino- al día siguiente, cuando la ponen en la mesa y la destapan, en lugar de ese sonido seco y de alto impacto al sacar el tapón de plástico, se encuentran con que éste está flojo y apenas emite una débil bocanada de aire.

Es un hecho: muchos de los tapones que se consiguen en el mercado local -sean blancos o negros, vengan de China o la Unión Europea-, tienden a fallar. La solución es comprar varios e ir probando cuáles son los que resisten al menos 24 horas sin que ingrese aire.

En este sentido, la heladera es un buen aliado para desacelerar la actividad bacteriológica y mantener en relativo buen estado al vino. No por nada en la heladera también guardamos desde lácteos hasta panificados.

Incluso, siempre recordamos cuando recientemente, en una visita a un restaurante de una bodega, al finalizar la cena, la sommelier guardó el vino ícono, valuado en $700 precio al público, tapándolo con el corcho de alcornoque y llevándolo a la cava refrigerada hasta volver a sacarlo al mediodía siguiente. ¿Acaso esa profesional estaba atentando contra los consumidores? ¿Estaba menospreciando el conocimiento de los comensales que bebieran ese vino al día siguiente? No, estaba siendo simplemente práctica.

•Oxigenador: no se trata del decanter, el cual, bien utilizado y para los vinos indicados, resultará de ayuda, especialmente para vinos de guarda y que presenten sedimentos. Este adminículo es mucho más extraño, a tal punto que parece más una pieza que utilizaría un cirujano que un dispositivo para hacernos disfrutar más de un vino.

El oxigenador, que se ofrece en portales de venta online como MercadoLibre, cuesta $80 y promete solucionar todos nuestros problemas: "Se ajusta convenientemente dentro de la botella debido a su tapon de goma. Airea el vino fácilmente con el sistema de admisión de aire y un filtro de aire de mezcla", reza el anuncio que recibió -por suerte- apenas siete preguntas de potenciales compradores.

Como siempre en estos casos, lo que prima es el sentido común: en vez de utilizar un dispositivo de lo más exótico, lo lindo de disfrutar un vino es darle el tiempo necesario e ir descubriendo cómo se va abriendo poco a poco. Para ello, no hay mejor que oxigenar el vino en la copa y, lo que es más interesante aun -que es posible implementar cuando son pocas personas-, utilizar dos copas: una para ir bebiendo y otra para dejarla tranquila y darle tiempo. El resultado, al contratar ambas muestras -siempre que se trate de un vino de alta gama-, seguramente sorprenderá.

Por eso, si pensabas regalar o regalarte este dispositivo, mejor invertir esos $80 en una botella de vino. Por ese precio todavía hay un abanico enorme de alternativas y muy buenas.

© Por A. Arzuaga - Especial para Vinos & Bodegas iProfesional - [email protected]

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