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Chernobyl: construyen un proyecto faraónico para desterrar amenaza nuclear

Obreros protegidos de la radiación detrás de losas de hormigón arman un arco de placas de acero inoxidable para cubrir los restos del reactor
30/04/2014 - 09:01hs
Chernobyl: construyen un proyecto faraónico para desterrar amenaza nuclear

Frente a un paisaje urbano en decadencia, un proyecto de ingeniería sin igual se levanta cerca de las ruinas del peor desastre nuclear civil de la historia.

Un ejército de obreros protegidos de la radiación detrás de losas de hormigón está construyendo un gigantesco arco recubierto de placas de acero inoxidable y grande como para cubrir la Estatua de la Libertad.

La estructura es tan de otro mundo que parece un objeto dejado por extraterrestres sobre el paisaje industrial de la era soviética. Si todo sale según los planes, para 2017 el arco de 32.000 toneladas será empujado cuidadosamente sobre almohadillas de teflón hasta cubrir el derruido refugio que fue construido para sepultar los restos radiactivos del reactor nuclear que explotó y se quemó en abril de 1986.

Cuando se sellen sus bordes, será capaz de contener cualquier polvillo radiactivo que pueda desprenderse si el añejo refugio se derrumba.

Pero además de eliminar el riesgo de contaminación atmosférica adicional, el arco cancelará la persistente amenaza de que se repitan aquellos pesadillescos días de hace 28 años, cuando la lluvia radiactiva envenenó miles de kilómetros cuadrados de llanuras y convirtió las ciudades en pueblos fantasmas poblados de los ecos de vidas abandonadas.

El arco también hará posible dar comienzo a la etapa final de limpieza de Chernobyl, una ardua tarea de remoción de los escombros y restos altamente contaminados del reactor, para almacenarlos de manera permanente en depósitos seguros.

El hecho de que esa tarea no queda a cargo de fuerzas internacionales sino de Ucrania genera nuevas preocupaciones, especialmente ahora que Rusia amenaza las fronteras ucranianas. Por el momento, sin embargo, el arco en construcción es una señal de avance.

Ahora que las naciones debaten el futuro de la energía atómica como una manera de reducir la emisión de gases que producen efecto invernadero y de luchar contra el cambio climático, el arco también es un crudo recordatorio de que la energía nuclear, más allá de todos sus beneficios, plantea enormes riesgos. Cuando las cosas salen mal, los problemas son enormes.

La contención y limpieza nuclear ponen a prueba hasta el límite la capacidad de la ingeniería, como lo está comprobando Japón desde el colapso de la planta de Fukushima, hace tres años.

Los costos son enormes: tan sólo el arco de Chernobyl terminará costando cerca de 1500 millones de dólares, financiados mayormente por Estados Unidos, entre otras 30 naciones. Y convertir el lugar de un desastre radiactivo en un sitio realmente seguro puede llevar varias generaciones.

Los ingenieros han diseñado el arco de Chernobyl para que dure 100 años. Imaginan que ése es el tiempo que llevará limpiar a fondo la zona. Pero el compromiso de Ucrania a largo plazo siempre ha despertado dudas, y la agitación política y las tensiones con Rusia han suscitado nuevos temores. Así que tal vez un siglo no sea suficiente.

"Sin embargo, el arco en sí mismo es una formidable estructura", dijo Vince Novak, director de seguridad nuclear del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, que administra la financiación del proyecto.

El desastre de Chernobyl puede ser equiparado con las llamadas "bombas sucias", que diseminan partículas de material radiactivo en todas direcciones. La explosión fue seguida de un fuego que liberó todavía más contaminantes en la atmósfera, que luego fueron arrastrados por los vientos por toda la región y hasta Europa occidental.

Eso es lo que ocurrió en las primeras horas del 26 de abril de 1986, en la Unidad 4 de Chernobyl, durante una desacertada prueba de los sistemas de seguridad del reactor. En cuestión de segundos, la potencia del reactor aumentó exponencialmente y el núcleo se derritió por las emisiones de vapor.

Varios empleados de la planta murieron de inmediato, pero la mayoría de los técnicos de la Unidad 4 sufrieron agonías espantosas durante las semanas que siguieron, debido a la exposición a altos niveles de radiación.

Como respuesta, las autoridades soviéticas enviaron a los militares a combatir el fuego del reactor y a evacuar las aldeas cercanas y la ciudad de Pripyat, donde vivían la mayoría de los trabajadores de la planta y sus familias. Luego, se reclutaron obreros para construir rápidamente el refugio de acero y hormigón conocido como el "sarcófago".

Eso fue hace casi tres décadas, pero en Chernobyl y sus inmediaciones es como si el almanaque se hubiera congelado. Aunque los niveles de radiación han descendido un poco debido al proceso natural de desactivación de la radiación, la zona sigue desierta.

En la Unidad 4 está el lúgubre sarcófago gris, que en los últimos años debió ser apuntalado, ya que tiene filtraciones desde el primer día.

Artur Korneyev, especialista en radiación, llegó a Chernobyl poco después del accidente y entiende mejor que nadie la profundidad del caos radiactivo que aún existe en lo que fue la Unidad 4.

Si bien la cantidad de partículas radiactivas liberadas durante la explosión y el fuego subsiguiente fue enorme, sólo provenía de cinco toneladas del combustible del reactor. En las entrañas del edificio destruido yacen cerca de 200 toneladas de combustible: uranio y los subproductos altamente radiactivos de su fisión.

Korneyev fue uno de los primeros en alertar a los expertos occidentales sobre el penoso estado del sarcófago. Alarmado por la posibilidad de una nueva fuga de radiactividad, el Grupo de los Siete acordó en 1995 financiar los trabajos para hacer de la Unidad 4 un lugar seguro.

A cambio, Ucrania clausuró los dos reactores de Chernobyl que seguían operando.

La tarea más inmediata fue estabilizar el sarcófago. Pero hasta que el arco esté en su lugar el riesgo de un colapso sigue presente.

Y para terminar el arco hacen falta todavía cientos de millones de dólares de naciones donantes, un esfuerzo que se complica debido a la crisis que atraviesa Ucrania.

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