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Kicillof se relaja por el "buen momento" de los precios, pero se escucha un tic-tac que pone nervioso al mercado

Si se proyecta la inflación de 2015 tomando el último trimestre del 2014, el índice del Congreso caería debajo del 30%. Pero los analistas son escépticos
23/01/2015 - 10:09hs
Kicillof se relaja por el "buen momento" de los precios, pero se escucha un tic-tac que pone nervioso al mercado

Menos mal que el nuevo índice de inflación del Indec dio abajo del 25% para el año. Así, se sigue sin llegar al nivel en el cual la Argentina "estallaría por los aires"según había definido Cristina Kirchner, en su recordada conferencia hace dos años con los estudiantes de la universidad de Georgetown. 

De todas formas, aunque el "relato" quedó a salvo de una contradicción presidencial, la inflación del 2014 no deja mucho margen para el festejo: el 23,9% difundido por el Indec sigue siendo uno de los índices más altos del mundo.

Y ni qué hablar si se toma el promedio de las consultoras privadas, conocido como "inflación del Congreso", que cerró en 38,5%. Es decir, con una brecha de 61% respecto del índice oficial

Sin embargo, el ministro Axel Kicillof está contento. Seguramente mucho más contento que hace un año, a pesar de que en aquel momento la inflación medida por los privados -para el cierre de 2013- era diez puntos menor a la que se acaba de informar para el 2014.

Con dólar estable es otra cosa

La razón de la tranquilidad que impera en los pasillos del Ministerio de Economía es clara: ahora, la tendencia de la inflación es descendente y, además, el dólar está bajo control, gracias al refuerzo de las reservas internacionales del Banco Central.

Pero también hay otro dato clave: gran parte de la alta inflación del 2014 -cualquiera sea el índice que se tome por válido- tiene su explicación en el efecto arrastre de la brusca devaluación ocurrida un año atrás.

En aquel momento, la disparada del dólar tuvo un inmediato contagio hacia los precios, que el Gobierno a duras penas pudo frenar recién en abril.

Lo cierto es que la mayor parte de la inflación del año 2014 estuvo concentrada en el primer trimestre, que acumuló 10% según el Indec y 12,6% según el Congreso. Los promedios mensuales fueron de 3,2% y 4%, respectivamente.

Es bien notorio el contraste con el último trimestre del año pasado, en el cual la inflación acumulada fue de 3,3% para el Indec y del 6% para el Congreso.

En otras palabras, el 2014 terminó mucho mejor de lo que empezó, de manera que si se considera solamente el último trimestre para hacer una proyección de 2015, los números permiten imaginar una inflación mucho menor, que podría situarse en un 15% para el índice oficial y entre 25% y 30% para el Congreso.

Sobre la base de esta desaceleración es que el ministro Kicillof se quejó de los cálculos de las consultoras privadas. Y, además, esta situación fue la que le permitió argumentar que no era necesario pagar un bono de fin de año a los empleados estatales.

El ministro hasta recibió el inesperado apoyo de economistas habitualmente críticos del Gobierno, como Miguel Bein y Javier González Fraga, quienes apuntaron a que sus colegas estaban exagerando la magnitud del problema inflacionario.

Dado que, a diferencia de lo ocurrido en el turbulento enero de 2014, ahora el dólar muestra una estabilidad, el Gobierno puede volver a contar con una herramienta que había quedado casi olvidada: el "ancla cambiaria".

Esto significa que hay cierto margen para volver a usar el dólar como un factor de contención de los precios, ya que un tipo de cambio relativamente estable enlentece las subas en varios rubros que toman el valor dólar, ya sea porque venden productos importados o porque utilizan insumos extranjeros.

Por lo pronto, se presume que la inflación de enero y febrero 2015 seguirán mostrando una tendencia a la baja, debido a que la comparación se hará contra el peor momento de suba de precios del año pasado.

La vuelta al ancla tarifaria

Hubo, además, una ayuda adicional desde "el mundo": el desplome en la cotización del petróleo, que en pocos meses cayó desde u$s100 por debajo de los u$s50, permitió el hecho inédito de una baja en el precio de las naftas.

De manera que, tal como está planteado el escenario, el Gobierno tendrá la posibilidad de que los combustibles cumplan una función anti-inflacionaria, al contrario de lo ocurrido en 2014, cuando YPF lideró una suba real en el precio de la nafta.

La reedición de esta vieja fórmula de dólar anclado y tarifas congeladas es lo que le permite a Kicillof proyectar un año con inflación relativamente moderada.

Claro que también juegan otros factores, que tal vez actúen en el sentido inverso -es decir, que fogoneen la inflación-, como los salarios y la emisión monetaria para financiar el déficit fiscal.

"La capacidad del ancla cambiaria para revertir la recesión y moderar la inflación depende en el corto plazo de la disponibilidad de dólares para financiar el aumento en las importaciones que genera el salto en el consumo producto de la recuperación del salario real", analiza Bein.

Y recuerda que la última vez que se dio una situación similar, antes de las elecciones de 2011, se produjo un retraso cambiario de magnitud que define como "macrocidio".

El agotamiento de la aspiradora

Pero si hay un motivo que los economistas apuntan como causante principal de la relativa calma inflacionaria es la política de absorción de pesos que viene realizando el Banco Central.

El economista Federico Muñoz estima que la asistencia del Central al Tesoro fue por el equivalente a 28.900 millones de dólares, algo así como un 5,4 por ciento del PBI, un nuevo récord en la era kirchnerista.

Pero ello no se reflejó en la inflación porque, luego de volcar esos pesos al mercado, se aplicaba el retiro mediante la emisión de títulos, con lo cual se terminaba reduciendo la presión sobre los precios.

"Durante gran parte del 2014, la base monetaria creció a un ritmo anual inferior al 20%, lo que -con una inflación que llegó a superar el 40% anual- implicó una fuerte contracción real del dinero en circulación", apunta Muñoz.

La gran duda es si, en este 2015, esta política podrá ser aplicada nuevamente. En principio, los economistas ven dos motivos para sospechar que eso no será así: el primero es que una contracción monetaria profundizará la recesión; el segundo es que el Central está llegando al límite en su capacidad para absorber pesos del mercado.

Por lo pronto, en diciembre último la emisión fue de $60.000 millones. Y la reciente disminución de la tasa de interés dispuesta por Alejandro Vanoli da una señal de que la "aspiradora" no funcionará al mismo ritmo que en el año que acaba de terminar.

El equilibrio es difícil, porque muchos economistas advierten que la acumulación de deuda por parte del Central podría derivar en el viejo problema del "déficit parafiscal", que en buen romance significa la posibilidad de una bomba inflacionaria.

La emisión de letras que hizo el Central en el año pasado fue tan grande, que sólo este año deberá pagar unos $60.000 millones en concepto de intereses. Pero además, tiene que seguir absorbiendo dinero si es que pretende mantener cierta estabilidad de precios.

El economista Nicolás Dujovne prevé que será necesario aumentar en 58% la asistencia monetaria al gobierno. Y si quisiera absorber ese dinero al mismo ritmo del año pasado, tendría que pasar una "aspiradora" para retirar el equivalente a $255.000 millones. Pero hay un detalle: eso implicaría que el crédito apenas se expandiría un 3 por ciento... y este es un año electoral.

De manera que la opinión generalizada es que en este 2015, la política monetaria será más relajada, aunque pueda implicar un riesgo inflacionario.

Problemas esperando en la esquina

Las señales contradictorias han llevado a algunos economistas a dudar sobre la sostenibilidad del "afloje" inflacionario que tiene contento a Kicillof.

Como Tomás Bulat, quien se manifiesta convencido de que la inflación del 2015 terminará siendo más alta que el 38,5% registrado en el 2014.

"El Gobierno recaudó más de lo que estaba estimado, pero eso no alcanzó. Y, como Argentina no puede tomar préstamos, el resto vino de la emisión monetaria. De esta forma, la cantidad de dinero circulando en la economía pasó de $370.000 millones a $470.000 millones", argumenta Bulat.

Por su parte, Eduardo Curia -que después de ser uno de los referentes del "modelo" en su fase inicial, pasó a ser crítico por la incurrencia en el retraso cambiario- compara la actual estrategia con el Plan Primavera de 1988 y plantea dudas sobre su éxito.

Apunta que uno de los grandes desafíos del Gobierno es transmitir credibilidad en la tendencia declinante de la inflación.

Destaca, además, las dificultades de que un "keynesianismo escolar" impulsado por Kicillof lleve a poner todo el énfasis en la recuperación de la demanda interna y subestime los problemas de la economía.

También el consultor Salvador Di Stefano advierte sobre la prolongación de distorsiones en los precios relativos que, en el mediano plazo, podría provocar aumentos bruscos: "Este año vamos a un déficit contable de unos $100.000 millones, y el real rondará los $220.000 millones." 

"A este ritmo, en cualquier momento los problemas se acrecientan y los activos quedarán a precios de regalo", agrega.

En definitiva, lo que los economistas están advirtiendo es que, tanto en el plano de la cotización del dólar como en la forma de financiar al fisco con emisión monetaria que luego se reabsorbe, el Gobierno está "pateando hacia adelante" un ajuste inexorable.

El beneficio de corto plazo es innegable: el país vive una calma financiera y una inflación en baja. Pero los costos a futuro son potencialmente explosivos.

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