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El Gobierno festeja su número fetiche: tras paritarias de 27%, va por mini boom consumista sin descontrol inflacionario

Las últimas paritarias con CFK como Presidenta marcan la parábola del modelo: de convalidar subas por encima de la inflación a usar salarios como "ancla"
21/05/2015 - 10:01hs
El Gobierno festeja su número fetiche: tras paritarias de 27%, va por mini boom consumista sin descontrol inflacionario

Con la consagración del 27 como nuevo "número fetiche", el Gobierno obtuvo la foto que buscaba afanosamente desde hacía meses.

La firma del incremento salarial con cinco grandes gremios afines al kirchnerismo (metalúrgicos, construcción, comercio, encargados de edificios y empleados de la administración pública) le permite a Cristina Kirchner terminar su último año con un panorama sindical relativamente estable.

Los ministros Carlos Tomada y Axel Kicillof, junto con empresarios y dirigentes gremiales, transmitieron un claro doble mensaje: primero, que el resto del mercado debe tomar el 27% como cifra de referencia para las paritarias. Segundo, que quien persista en una actitud confrontativa lo hará por una motivación más electoral que laboral.

La Presidenta no se privó de sus críticas a la dirigencia sindical opositora: "Muchas veces les hacen el juego a los que les terminan pisando la cabeza".

Más allá de que los bancarios y camioneros impulsen paros para los próximos días, la sensación que prevalece es que el haber acordado por el 27% debería destrabar el clima de conflictividad.

Sólo los cinco gremios que firmaron representan casi un tercio de los asalariados bajo convenio. Además, son sindicatos grandes y con una alta capacidad de convocatoria.

Es probable entonces que buena parte de las negociaciones aún pendientes siga ese mismo curso.Una parábola "del modelo K"

En el contexto de un año marcado por los comicios, lo que consiguió el Gobierno puede interpretarse como una victoria.

Por un lado, porque evitó que ocurra un desborde, que le hubierse inyectado presión adicional a la inflación.

Pero, además, porque el "timing" de los aumentos calza justo con el calendario electoral.

Desde ahora hasta las primarias de agosto los trabajadores habrán cobrado la primera cuota retroactiva a abril, el medio aguinaldo de junio y la segunda cuota desde julio.

Así, las esperanzas del Ejecutivo estarán puestas en la consecución de un "veranito" consumista que pueda mejorar el humor social.

Tanto es así que algunos oficialistas, como el politólogo Artemio López, creen que será la carta clave para un triunfo en primera vuelta.

"En el tercer trimestre el impacto del crecimiento será muy notable, probablemente equivalente al doble del promedio anual, por lo que el efecto bienestar en torno al período electoral será muy mejorado", anticipa.

Bajo una mirada más retrospectiva, podría afirmarse que las paritarias condensan la historia del kirchnerismo.

En sus cambios están representadas las vicisitudes que implicó el pasaje de los tiempos iniciales de crecimiento a "tasas chinas" hacia este presente de vacas flacas.

En aquella etapa, signada por un fuerte repunte de la actividad económica, Néstor Kirchner había impuesto un "techo Moyano" para los salarios que se ubicaba varios puntitos por encima de la inflación, con el fin de potenciar el aumento del consumo.

Tales incrementos, motorizados por gremios "peso pesados", dieron lugar a un fenómeno que los economistas denominaron el ascenso de "la nueva clase media obrera".  

Es decir, trabajadores que tradicionalmente pertenecieron al segmento socioeconómico medio-bajo comenzaron a escalar en la pirámide de ingresos, empujados por los fuertes aumentos logrados en paritarias por sus líderes gremiales (con gran capacidad de presión y de lobby). 

Así, camioneros, metalúrgicos, portuarios, petroleros, telefónicos o aceiteros empezaron a percibir salarios superiores a los de, por ejemplo, empleados administrativos que históricamente caracterizaron a la llamada "clase media típica".

Esa modalidad que impulsaba el oficialismo y los beneficiaba (es decir, la de aumentar sueldos por encima del índice inflacionario) podía sustentarse en los altos márgenes de ganancias de las empresas.

Sin embargo, a medida que dichos márgenes comenzaron a achicarse, el poder de compra del salario comenzó a caer.

Ya con Cristina en el poder, las mejoras en las remuneraciones comenzaron a alinearse con los aumentos de precios.

Tras su pelea con Moyano debutó el "techo Caló", en un contexto en el que la inflación comenzaba a escalar a pasos acelerados en el ranking de preocupaciones no sólo de los argentinos, sino también del Gobierno.

Pese a que en el discurso oficial se negaba la existencia de un vínculo directo entre la suba general de precios y los incrementos de sueldos, lo cierto es que Cristina empezó a mostrar sus firmes intenciones de no seguir convalidando alzas (nominales) desmedidas de salarios.

Esa preocupación se evidenció plenamente este año, con Kicillof como brazo ejecutor de CFK, a punto tal de advertirle a los empresarios que no otorgaran subas por encima de lo que le permiten sus billeteras.

No le deber ser fácil al ministro esconder algunas contradicciones. Es que semejante énfasis que muestra ahora por topear las paritarias no se condice con lo que antes el mismo profesaba, respecto de que los salarios no son los culpables de que los precios suban.Paritarias techadas

Cuando la conflictividad parecía que iba camino a desmadrarse, la presión oficial surtió efecto.

En las últimas horas los gremios "amigos" del Gobierno convalidaron la pauta oficial con acuerdos moderados respecto de los que ellos mismos pedían hace poco tiempo.

Así, las autoridades pudieron descomprimir el panorama económico del primer semestre, a costa de extender las paritarias (como nunca antes) y tensar su relación con los sindicalistas más cercanos.

Hasta hace un par de días , las negociaciones estaban empantanadas por la resistencia de varios líderes sindicales. Entre ellos, el titular de la CGT aliada al Gobierno, Antonio Caló.

El endurecimiento del Ejecutivo llevó a que la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), que él lidera, convocara a un paro de 36 horas para hoy jueves, en momentos en que los bancarios lanzaron otro de 48 horas para el martes y miércoles de la próxima semana y las centrales opositoras anunciaron una nueva huelga general para el 9 de junio.

En este contexto -marcado por una alta conflictividad- cobran mayor importancia las gestiones oficiales que posibilitaron destrabar convenios con gremios "peso pesado".

Más aun, si estos acuerdos abarcan a más de 2 millones de trabajadores.

En líneas generales, consisten en aumentos de 27% en dos pagos. En algunos casos se añadieron sumas fijas (Comercio) y en otros la eliminación de una categoría laboral (metalúrgicos), que eleva el impacto para los sueldos más bajos.

Presionado por las autoridades, el metalúrgico decidió levantar la medida de fuerza que había convocado y aceptó una oferta del 27,8%, tras una tensa reunión con los representantes de las cincuenta y dos seccionales de su gremio.

La rúbrica incluye la eliminación de la categoría operario en pos del uso de la figura de "ingresante", que tendrá un plazo de seis meses para luego entrar al escalafón. Con la mejora pactada, el salario inicial se ubica en $8.300.

El acuerdo dista del 32% inicial que reclamaban los metalúrgicos y, además, no contempla la posibilidad de pactar sumas fijas extra como pretendían, pero al menos se acerca al sueldo inicial de $8.500 que la UOM había puesto como condición. Juan Belén, secretario adjunto del gremio, aseguró que el alza se eleva al 34% para los sueldos más bajos.

En tanto, el sindicato de Comercio, comandado por Armando Cavalieri -que representa a casi un millón de afiliados- firmó un incremento del 17% en abril y 10% en noviembre, más dos sumas fijas de $1.524 en julio y septiembre.

Incluye un descuento de $70 adicionales por mes a los afiliados de OSECAC (la obra social del sector) y fue uno de los puntos, junto con la fecha de pago de las cuotas, que motivaron fuertes tironeos entre el gremio y en las cámaras de comercio antes de estampar la firma.

En el rubro de la Construcción, se pactó un incremento anual del 27,4%, con una primera mejora en abril (17,4%) y otra en agosto (10%).

La Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) firmó una suba similar con la diferencia de que la primera cuota se paga en junio.

Por su parte, los encargados de edificio del Suterh también aceptaron un 27,5%.Mirando al obeliscoRodeado de sindicalistas y empresarios, el jefe del Palacio de Hacienda cuestionó a quienes "intentan generar una sensación de malestar y de imposición que no existió".

Los denodados intentos por querer mostrar los "beneficios" de las actuales paritarias chocaron de frente con el malestar reinante, que se viera reflejado en la ausencia de Caló y Cavalieri en el acto en Casa de Gobierno, donde se formalizó la firma.

El "sí" del metalúrgico despertó fuertes críticas en el seno de la UOM, donde al menos cinco seccionales del conurbano bonaerense que concentran la mayor cantidad de afiliados, rechazaron el retoque promovido por Kicillof.

"Todo el mundo está muy desconforme a raíz de que el Gobierno no nos haya permitido acordar un 32%. Esto va a perjudicar y mucho al gremio, no nos pueden fijar el aumento", aseguró a iProfesional un dirigente de la UOM, en clara señal de descontento.

El propio Caló había reconocido la semana pasada que de no obtener el 32% sus afiliados lo iban a "colgar del obelisco".

De hecho, durante las negociaciones en el Ministerio de Trabajo, se pudieron observar afuera del edificio consignas a favor del pago de esa cifra en un solo tramo y hasta pedidos de suba del 40%.Comercio fue el otro caso que expuso la significativa injerencia oficial en las negociaciones, tal como lo reconociera el empresariado a este medio.

Cuando Cavalieri había llegado a un entendimiento con las cámaras (30% más dos sumas fijas), el Ejecutivo vetó el acuerdo. Esto elevó el mal humor en el líder gremial.

Con todo, la sangre no llegó al río y este miércoles los sindicalistas hicieron su aporte al "baño de humildad", pese a las críticas de sectores gremiales opositores, quienes tildaron de "ridículo" el porcentaje firmado.

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