iProfesionaliProfesional

El kirchnerismo se resetea: Cristina dirigirá su tropa desde el llano y la batalla será en el Congreso

La inscripción de candidatos confirmó que la Presidenta llenará con gente "del riñón K" los principales lugares para las listas a diputados y senadores
22/06/2015 - 10:16hs
El kirchnerismo se resetea: Cristina dirigirá su tropa desde el llano y la batalla será en el Congreso

La sensación reinante en estas primeras horas tras el cierre de listas de candidatos es que Daniel Scioli sigue pagando carísimo su peaje para competir por la presidencia.Cristina Kirchner le impuso nombres del "riñón K" en los principales lugares, en un intento por "coparle" la bancada legislativa a un eventual gobierno sciolista.

No es difícil imaginar la escena que se verá, en caso de que asuma Scioli: mientras él jura como Presidente, los "pibes para la liberación" copan las barras y entonan cánticos de apoyo a.... Cristina.

Mientras, desde sus bancas, los diputados de "La Cámpora" sonríen y saludan con los dedos en V.

A fin de cuentas, ese fue el cuadro en el que le tocó asumir a Scioli en el 2011 su segundo período como gobernador bonaerense, en una jornada bochornosa donde no faltaron las trompadas.

Eran tiempos en los que Gabriel Mariotto aparecía como el "caballo de Troya": desde dentro del Gobierno iba a ser quien lideraría la tarea de desgastar al gobernador.

Quienes adhieran a esa teoría tendrán motivos sobrados para argumentar. Nombres como Máximo Kirchner, Eduardo "Wado" De Pedro, Andrés "Cuervo" Larroque y Axel Kicillof no dejan mucho espacio para las dudas: habrá una potente avanzada cristinista en el Congreso.Sin olvidar, claro, al dueño de la campanita del Senado, el probable vicepresidente Carlos Zannini.

Esto, por lo pronto, confirma lo que ya parecía claro desde que la Presidenta confirmara su apoyo a la dupla Scioli-Zannini: en la cabeza de Cristina no existe la "doctrina Bachelet".

Es decir, esa estrategia a la chilena, que consistió en favorecer el triunfo del contrincante de centro derecha -que se haría cargo de pagar el costo político del ajuste de la economía-, mientras que ella lideraría la oposición para volver a la presidencia en cuatro años.

En cambio, sí parece tomar cuerpo la otra alternativa manejada por los politólogos: la "doctrina Putin-Medvedev".

La misma se refiere a emular la táctica del líder ruso quien, cuando no pudo ser reelecto, permitió que un dirigente de su confianza fuera presidente pero sin dejar de tener él las riendas del poder, dado que todos los resortes gubernamentales le guardaban lealtad.

Claro que en el caso argentino habría un detalle importante que lo tornaría diferente: Putin fue primer ministro, siguió actuando desde dentro del gobierno. En cambio, Cristina eligió permanecer en el llano.

Cristina, desde el llano

Lo cierto es que, contrariando lo que muchos creían, Cristina no se postuló en el primer lugar de la lista de diputados por la provincia de Buenos Aires.

Es decir, no será ella la que lidere en persona el bloque legislativo peronista. Acaso ese sea, en este mismo momento, el principal alivio y motivo de festejo de Scioli, después de haber tenido que hacer tantas concesiones.

Y es que, por más influyente que sea CFK después del 10 de diciembre -y por más lealtad que le juren sus dirigentes afines-, no es lo mismo tenerla como ex Presidenta en el llano que verla ocupando una banca en el Congreso.

La sola idea de una Cristina Kirchner dando discursos combativos, criticando eventualmente las políticas sciolistas (con todo lo que eso significa desde el punto de vista de la atención mediática y desde la posible influencia sobre el resto de los legisladores) debía ser una imagen de pesadilla para Scioli.

Pero, para tranquilidad del actual gobernador bonaerense, la mandataria no se postuló en ninguna lista. Ni siquiera a la del Parlasur, acaso en una actitud que busque dar una señal de fortaleza y autoconfianza, dedicada a quienes afirmaban que tenía miedo del hostigamiento judicial.

Esto no quita, sin embargo, que haya habido varias candidaturas con olor a "postulación a los fueros", que le garantizarían cierta calma personal a figuras del gobierno K que están bajo la lupa por denuncias.

Pero Cristina no fue de la partida. Fiel a su estilo, mantuvo el suspenso hasta el final y en los días previos había dado señales contradictorias

En un discurso, reflotó su frase "no se hagan los rulos", lo cual dio a pensar que se mantendría en el llano. Pero el mismo sábado, desde Rosario, en el acto por el Día de la Bandera, pronunció una frase ambigua: "Estaré junto a ustedes desde el lugar en el que me toque estar".

Y ese lugar será el de un "guardián" que supervise que no haya marcha atrás en lo que ella considera como los principales logros del proyecto K.

Como dijo el ministro Axel Kicillof: "Ella tiene un papel que trasciende el cargo que ocupe, es la conductora del peronismo y del Frente Para la Victoria".

Ahora, ya con la incógnita despejada, surge la nueva especulación: si Cristina está planeando una candidatura legislativa pero de cara a las elecciones de medio término. Es decir, las de 2017.

Puede parecer que dos años son una eternidad para un país tan volátil e impredecible como la Argentina, pero la especulación tiene cierta lógica.

Es que un eventual gobierno de Scioli deberá, inevitablemente, tomar medidas antipáticas, de ajuste de la economía (corregir el atraso cambiario, subir las tarifas de los servicios públicos, bajar el gasto estatal, achicar el rojo fiscal) a las que el kirchnerismo no se opondrá en una primera etapa.

Luego, cuando el nuevo Presidente haya pagado el costo político, Cristina volverá al primer plano para ocupar un rol de opositora neta.Ex ministro que ladra, no muerdeLa conformación de las listas deja a Scioli un segundo motivo de alivio, al que hasta ahora se prestó poca atención.

El hecho de que Kicillof ocupe un lugar destacado entre los candidatos a diputados implica, de manera tácita, la aceptación de que no continuará ocupando su oficina del Ministerio de Economía.

Ese punto había sido un tema de amplio debate en el ámbito de las empresas y en la city porteña. La sobreactuación de "fe kirchnerista" que hizo Scioli para ganarse la confianza de Cristina había llegado al extremo de elogiar profusamente las políticas de Kicillof.

Tal actitud fue interpretada por muchos como una garantía de que, en su hipotético Gobierno, el actual ministro seguiría manejando la economía.

Esto fue lo que contribuyó al gran bajón de las acciones y bonos que se registró en la bolsa porteña y también en Wall Street para los papeles argentinos.

Es que, con Kicillof en su puesto, se reducía a casi cero la posibilidad de acercarse a los mercados financieros internacionales -a partir de un arreglo con los "buitres"- o la revisión del cepo cambiario.En cambio, desde una banca de la cámara de diputados, puede hacer discursos críticos o, como mucho, complicar proyectos de ley en la comisión de presupuesto y hacienda, pero ya no será el hombre de la lapicera.

Esa lapicera

-la misma que, por otra parte, autorizó el pago a Repsol y al Club de París- podría quedar en manos más "market friendly", como las de Miguel Bein, por ejemplo.

El gran copamiento kirchneristaEl gran tema a analizar en los próximos días será qué tan profundo será el plan de Cristina para "coparle el Congreso" a Scioli.

La sensación de las primera horas es que efectivamente será así, pero se trata de un análisis más influido por las candidaturas que por los números. 

Sucede que esos nombres rutilantes son 100% cristinistas en varias provincias. Sin embargo, los votos se cuentan de a uno en el Congreso.

Es decir, valdrá lo mismo el de Máximo Kirchner que el del más ignoto diputado que haya entrado último en su lista.Esos desconocidos para el gran público serán los que en definitiva marcarán el margen de gobernabilidad que tendrá un eventual gobierno sciolista.

De manera tal que lo que viene será el análisis fino, hilando uno por uno, de los candidatos al Congreso: serán 130 diputados y 24 senadores los que renovarán sus bancas. Es decir la mitad de la cámara y la tercera parte del Senado.

Hay relativa certeza de que el peronismo seguirá manteniendo su predominio en el Senado, dado que quienes dejan sus bancas habían sido electos en 2009, una elección muy mala para el oficialismo. Es decir, resultaría difícil un resultado que bajara aquel nivel de representatividad parlamentaria.

En cambio, las cosas serán diferentes en Diputados.

¿Por qué? Porque la mitad de las bancas que quedarán vacías corresponden a legisladores electos en 2011, cuando el kirchnerismo arrasó en la primera vuelta con el 54% de los votos.

Nadie, ni el más optimista de quienes impulsan la candidatura de Scioli, cree que esa cifra pueda repetirse esta vez.El realineamiento del día despuésEn este contexto, la lupa deberá ser puesta en la conformación de las bancadas legislativas. Esto no deja de llamar la atención, tratándose la Argentina de un país tan apegado al presidencialismo extremo y tan alejado del estilo de los sistemas parlamentarios.

Sin embargo, empiezan a acumularse las señales en el sentido de que será en el Congreso donde se juegue gran parte de la suerte del próximo Gobierno.

Por caso, el diputado kirchnerista Carlos Kunkel, adelantó que "los legisladores nacionales vamos a darle la gobernabilidad que merezca a quien ejerza el Poder Ejecutivo".

Hay muchos analistas inquietos por esta situación. Uno de ellos es el economista Dardo Gasparré, quien cree que el panorama será complicado, gane quien gane."Ninguno de los dos candidatos podrá -per se- negociar la deuda externa, privativo del Congreso, ni el presupuesto. Ninguno tendrá la ventaja de la cesión inconstitucional de poderes que hizo el Congreso a favor de Fernández", remarca.

En la misma línea, el economista Federico Muñoz cree que hay que descartar que un gobierno de Scioli pueda corregir fácilmente las distorsiones del INDEC ni recortar el déficit fiscal, que estima nada menos que en 8 puntos del PBI.

Pero los análisis están marcados por la ansiedad. Todavía es muy pronto para saber qué ocurrirá. Primero, claro, porque hay que esperar el resultado de la votación. Después, los realineamientos del día después de los comicios.

La historia reciente ha dado muchas muestras en ese sentido. A fin de cuentas, ya pasó -primero con Carlos Menem y luego, con Néstor Kirchner- que un presidente logró ganarse la fidelidad de legisladores que, durante la campaña, no habían demostrado gran entusiasmo por la figura del candidato presidencial.

En el caso del propio Scioli, contó con la ayuda de su anterior rival electoral, Francisco de Narváez, quien le prestó su apoyo cuando el gobernador sufrió por el "fuego amigo".

Ya pasó muchas veces, y puede volver a pasar. En la próxima elección puede ocurrir que triunfe una corriente política con legisladores que, al día siguiente, se fracturen en una facción oficialista y en una opositora.Y que los diputados que ahora entren por el PRO y por el sector de Sergio Massa sean quienes se terminen alineando con el sciolismo.