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Para uno, el triunfo en Capital ahuyentó fantasmas, pero tuvo dificultad nacional. Para otro, sus candidatos dieron bien pero el oficialismo anduvo flojo
07/07/2015 - 10:17hs

Los políticos argentinos ya se están acostumbrados a que las elecciones se juegan en dos tiempos.El primero es el del resultado que marcan las urnas. El segundo, al que se le da tanta importancia como al anterior, es el de la interpretación de esos resultados.

Así, según quién sea el que intente imponer su punto de vista, el domingo el kirchnerismo tuvo una jornada fatídica o, por el contrario, confirmó que no cuenta con desafiantes de fuste a nivel país.

De la misma manera, dependiendo de quién haga el análisis, Macri consolidó su candidatura o, bajo la otra mirada, dejó más expuestas sus debilidades a nivel nacional de cara a la carrera presidencial.

Es posible que el grueso del electorado permanezca ajeno a estas polémicas sobre el "microclima" político y periodístico. Pero lo cierto es que se trata de un debate que mantendrá entretenidos a los integrantes de los comités de campaña.

Acaso, como prueba de la herencia cultural que dejará la década K, todos los sectores políticos se apresuran, y hasta parecen preocupados, por imponer su propio "relato".

La batalla en este campo promete ser dura. Por caso, el gobernador cordobés, José Manuel de la Sota, proclamó que había dos grandes perdedores de la jornada electoral en su provincia: Macri y Scioli. Y, como corolario de esa afirmación, los ganadores bajo su punto de vista eran él mismo y su aliado Sergio Massa.

Lo cierto es que nadie está muy seguro de que eso sea tan así. Por lo pronto, el único vencedor es el nuevo gobernador electo, Juan Schiaretti, quien ni bien confirmó su triunfo recibió los llamativos mensajes de felicitación por parte de Cristina Kirchner y de Daniel Scioli.Todo un síntoma: no solamente queda en evidencia el futuro intento de "seducción" del kirchnerismo sobre el cordobés ganador, sino que se está dando por descontado la fragilidad de su alianza con De la Sota y Massa.

O, al decir del analista Jorge Asís, que tiene un "plazo fijo" hasta las PASO de agosto. Si, tal como se prevé, el tigrense queda relegado a un lejano tercer lugar, entonces se darán por concluidas las viejas alianzas y se abrirá el tiempo para una nueva negociación. Nada que deba sorprender en demasía, tratándose de un movimiento político donde siempre se juega a ganador y en el cual -como comprobó hace poco Florencio Randazzo- todo puede ser perdonado menos el hecho de no rankear en las encuestas o salir segundo.Elección subterránea: sciolismo vs. La Cámpora

El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, protagonista destacado a la hora de interpretar resultados, acusó a los medios de comunicación de hacer "un esfuerzo denodado por mostrar que el oficialismo perdió" y reivindicó el derecho del kirchnerismo a celebrar su victoria en La Rioja.

Mientras las declaraciones públicas siguen en esa tónica, lo que se mantiene en silencio es que las votaciones del último domingo hablan bastante sobre la sorda interna kirchnerista: Scioli puede estar contento por los resultados a título personal aun cuando los del Frente para la Victoria (FpV) fueron flojos.

A fin de cuentas, quien perdió por paliza en la provincia de La Pampa no fue él sino La Cámpora.

Tal como ya había pasado antes en Río Negro, la Presidenta había concurrido a la provincia en los días finales de la campaña para dar un apoyo explícito -con cadena nacional incluida- para su candidato que, además, arrastraba a una "renovación generacional" compuesta por militantes K.

En ambos casos, triunfó una versión disidente del peronismo. Se trata de agrupaciones que podrían calificarse como "anti-kirchneristas" pero no como "anti-sciolistas".

Hasta ahora, los mejores resultados para el oficialismo llegaron de la mano de dirigentes moderados, cercanos al "estilo Scioli", como es el caso del salteño Juan Manuel Urtubey, quien ya está tejiendo en el interior del país una red de apoyo para un eventual gobierno sciolista.

Incluso, las derrotas del Frente para la Victoria que pueden calificarse como "dignas" -como las de Santa Fe y Mendoza- también vinieron de la mano del sector menos "camporista".

Con este panorama, hay analistas que observan que el electorado parece estar virando y favoreciendo un giro que se aleje de las posturas altisonantes.

"Scioli

es el de más centro posible", opina el politólogo Rosendo Fraga, para quien "el electorado está votando candidatos que muestren una postura mesurada".

Si de interpretar señales se trata, no es menor el hecho de que haya elegido La Rioja como lugar donde pasar el "superdomingo".

Si bien es cierto que era el distrito donde se preveía que iba a ganar el candidato oficialista, también es verdad que fue el escenario en el que hubo elogios y declaraciones de amistad cruzadas con el ex presidente Carlos Menem, quien le auguró la victoria en la "gran final" de octubre.

Esta serie de resultados del kirchnerismo hasta ponen en duda la máxima de Jaime Durán Barba sobre la invencibilidad de Cristina Kirchner. 

Allí donde ella asumió una participación directa y donde hubo un protagonismo más notorio de La Cámpora, el Gobierno perdió.

Esto incluye a la propia Ciudad de Buenos Aires: Mariano Recalde no logró siquiera empardar la performance que hace cuatro años había tenido el alicaído Daniel Filmus.

Por más que desde el Gobierno se ha tratado de destacar el "avance" del oficialismo en territorio hostil -porque Recalde mejoró en tres puntos porcentuales su anterior marca lograda en las PASO-, lo cierto es que el kirchnerismo perdió representación en la legislatura.En contraste con esa situación, los mejores resultados para el Gobierno han venido del lado de un "sciolismo" alejado de las posturas ultra K.

Debe ser, por estas horas, un tema de análisis central en la estrategia de Scioli, obligado a sobreactuar su sintonía con Zannini, quien se ha revelado como un orador vibrante y radicalizado a la hora de defender el "proyecto nacional y popular" en los actos de campaña.

No termina de haber consenso respecto de si el actual gobernador bonaerense ha despejado su camino hacia el objetivo de imponerse en primera vuelta o si todavía le resta superar varios escollos.

Para el politólogo Sergio Berensztein, los números todavía no le permiten relajarse: "Fue una elección preocupante para el kirchnerismo. Scioli necesitaba por los menos un 30% de votos en cada uno de estos distritos. En Córdoba y en la Ciudad quedó con un umbral muy bajo".

Sin embargo, admite también que la extrapolación automática de los escenarios locales a una elección nacional puede inducir a errores.

La ventaja para Scioli, argumenta, consiste en que estar al frente de un oficialismo supone, de por sí, "correr con ventaja en el uso de los recursos".

De hecho, si en un punto las interpretaciones han coincidido es en la actual tendencia a la "victoria de los oficialismos", sea cual fuere su signo político.

Macri y el discurso triunfalista

En la vereda de enfrente, los partidarios de Macri comparten con los sciolistas esa sensación ambigua. Ese festejo a medias por una victoria con gusto a poco, pero el alivio de saber que podría haber sido peor.

Horacio Rodríguez Larreta perdió votos respecto de los que el PRO había logrado en las primarias. En otras palabras, no pudo evitar una fuga de quienes habían sufragado antes por Gabriela Michetti. Y ese detalle fue el que impidió una consagración contundente en primera vuelta, lo que le demora su estrategia de campaña para la provincia de Buenos Aires. 

De todas formas, resultaría sorprendente que el candidato del PRO pudiera perder contra Martín Lousteau. En especial, después del enorme favor que el kirchnerismo le está haciendo al espacio macrista.

Primero, fue Recalde en la noche de la elección. Luego, Aníbal Fernández y posteriormente el ministro Axel Kicillof. Todos coincidieron en criticar a Lousteau más que a Rodríguez Larreta.

No sólo machacaron en el punto de que ambos representan a un mismo modelo, sino que hasta pusieron en duda la capacidad del líder de ECO de contar con una estructura para gobernar.

Casi una invitación a los votantes de Recalde para que sufraguen en blanco en la segunda vuelta, lo que favorece al PRO. Los analistas de opinión pública creen que, también en la Ciudad, el factor de la "ventaja oficialista" también rige y terminará consagrando a Larreta. "Macri tiene una aprobación del 60%, por lo que sería dudoso que el electorado vaya a votar por un cambio", apunta la encuestadora Mariel Fornoni, de la consultora Management &Fit.

Aun así, al PRO le está costando disimular el hecho de que sólo pudo festejar en la Ciudad de Buenos Aires y que, también en ese caso, lo hizo no sin una cuota de sufrimiento.

El discurso de Macri del domingo tuvo más tono de alivio que de festejo: era el mensaje que había quedado atragantado en él y en los militantes del PRO tras la frustrada elección de Santa Fe con Miguel Del Sel.

De todas formas, no es poco lo que el "presidenciable"  tiene para celebrar. A juzgar por los pronósticos de los consultores, las dos semanas de campaña adicional en la Ciudad transcurrirán sin angustias para él.

Hasta el domingo, no estaba tan claro que ello fuera así y los analistas afirmaban que si ocurriera una eventual victoria de Lousteau, la campaña nacional del PRO corría el riesgo de desinflarse.

Pero hoy ese escenario parece improbable. Y acaso la mejor parte que el balotaje le depara a Macri es la posibilidad de un nuevo festejo con globos y baile, y un renovado discurso victorioso para levantar el ánimo de la "tropa" a nivel nacional.

En esta fase de polarización de la escena política, el tono triunfalista de Macri y Scioli va aumentando a medida que se acercan las PASO.

Es que están convencidos de que el electorado sólo vota a candidatos con chances de ganar.

Es por eso que la batalla por el análisis de los resultados ha sido tan reñida como la propia elección en las urnas.Quien mejor ha entendido esto es Cristina Kirchner -desde su rol de "interpretadora" y analista -, quien diagnosticó su victoria personal el domingo pasado.

Aunque claro, no en las urnas porteñas ni de las provincias argentinas, sino en las del referéndum griego que la erigieron victoriosa frente a los "buitres".

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