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Lupa en deudores del sistema financiero: cómo el dinero de la banca pública ayudó a financiar el modelo K

Lupa en deudores del sistema financiero: cómo el dinero de la banca pública ayudó a financiar el "modelo K"
10/10/2016 - 13:35hs
Lupa en deudores del sistema financiero: cómo el dinero de la banca pública ayudó a financiar el modelo K

En cualquier país del mundo, endeudarse no es bueno ni malo en sí mismo. El punto clave es cómo se utilizarán esos fondos.

En virtud de esto último, se puede hacer referencia a si la deuda es de la "buena" o de la "mala".

Si, por ejemplo, alguien toma un crédito a una tasa del 20% para luego apalancar un negocio que le dará un 40% de rentabilidad, claramente se está frente al primer caso.

Bajo esa misma clasificación pueden agruparse aquellos préstamos destinados a ampliar la capacidad de producción de una fábrica, achicar costos vía la adquisición de nuevas tecnologías o cualquier otro concepto que posibilite que la renta lograda supere el interés a pagar (más el riesgo asociado a la operación).

Por el contrario, será de la "mala" si el dinero se usa para cubrir gastos que, en forma permanente, superan los ingresos. Esto aplica para un individuo, familia, empresa y hasta para un país.

Además, otro punto relevante es que cualquier decisión de endeudamiento que se tome hoy comprometerá los ingresos futuros y restará capacidad de pago.

¿Qué sucede si estos conceptos, tan básicos, son tenidos en cuenta para analizar a los principales deudores del sistema financiero argentino?

En este sentido, no es casual que la compañía que más debe sea Cammesa, vinculada con el mercado mayorista de la electricidad.

Se trata de un rubro que viene desde hace doce años sufriendo los avatares de las tarifas congeladas y suba de costos.

¿Qué hace Cammesa? Entre otras actividades, administra el mercado eléctrico.

Puntualmente, le paga la electricidad a las compañías que la generan y se la vende a las que la distribuyen (como Edenor y Edesur).

El paquete accionario es propiedad de varias firmas del mercado eléctrico mayorista (80%) y del Estado (20%).

Cammesa le debe al sistema financiero local unos $19.000 millones, cifra que se acerca a los casi $25.000 millones si se le añade el monto adeudado por el fideicomiso creado para financiarla.

En segundo lugar se ubica YPF, con cerca $15.000 millones, y completa el podio Austral Líneas Aéreas, con algo más de $8.000 millones.

Es decir, entre estas tres compañías los compromisos asumidos pendientes de cancelación trepan a casi $50.000 millones.

Por cierto, buena parte de esos préstamos fueron otorgados a lo largo de la administración anterior, en muchos casos, bajo la forma de subsidios encubiertos a ser financiados con deuda bancaria.

Un escalón más abajo aparece la primera empresa privada -Telecom Personal- y, en quinto lugar, otra compañía del Estado.

Se trata de Enarsa, cuya principal actividad estuvo relacionada con la importación de petróleo e íntimamente ligada a las decisiones tomadas por Julio De Vido.

Así, cuatro de los cinco deudores más importantes del sistema financiero son empresas estatales.

El ranking lo completan la aceitera Vicentin (que recientemente le adquirió a SanCor la línea de yogures y postres), seguida por Siderar, Bayer y Tarjetas Regionales.

Esta última se vincula con el holding que agrupa a las compañías crediticias, cuyo principal accionista es el Banco Galicia (ver cuadro). 

Las empresas estatales han sido financiadas, casi en su totalidad, por el Banco Nación.

YPF -en la que el Estado posee el 51% del capital- le debe unos $41.000 millones, cifra que la convierte en principal deudor del banco líder.

Con estos datos sobre la mesa, salen a la luz algunas cuestiones clave que datan de la época kirchnerista.

La primera es que no sólo el Banco Central, con la maquinita de imprimir billetes, fue usado para financiar al Tesoro.

También el Banco Nación hizo las veces de "rueda de auxilio" durante varios largos años, jugando un papel preponderante a la hora de "bancar" el modelo K.

Si se amplía la cantidad de empresas y se considera el universo de las que deben más de $2.000 millones (en total 26) el monto supera holgadamente los $110.000 millones.

De este total, poco más del 40% está concentrado en el Banco Nación, lo que vuelve a confirmar su rol primordial en el modelo económico.

Los préstamos otorgados por la entidad fundada por Carlos Pellegrini rondan los $46.000 millones.

No deja de sorprender que el 90% del dinero entregado haya sido destinado a empresas del sector público.

Esos créditos, en algunos casos "blandos", vienen a ser cinco veces mayores que los del segundo del ranking, el Banco Galicia.

También, 5,5 veces más que los otorgados por el BBVA Francés o el Santander, los dos siguientes en el listado.

Por lo pronto, todas las firmas figuran en "situación 1". Es decir que cumplen al día con sus obligaciones.

La presencia casi exclusiva de la banca oficial se debe también a cierta reticencia del sector privado a otorgarles semejante asistencia crediticia.

En el rubro bancario señalan que uno de los motivos que llevaron a esta determinación ha tenido que ver con un concepto conocido como "asimetría de la información".

Sucede que quienes deben decidir se encuentran muchas veces en situación de desventaja frente a sus interlocutores.

Riesgo y concentración

El Banco Central, a través de sus normativas, establece límites muy claros en cuanto al riesgo que debe asumir una entidad y el total que puede prestarle a una firma.

"La deuda de una empresa no puede superar más de una vez su patrimonio neto", recuerda el experto en temas financieros Darío Mansini.

No obstante, agrega que "existe la posibilidad de triplicar ese nivel, siempre y cuando sea aprobado por un comité de riesgo del banco actuante que posee facultades más amplias de decisión.

En tal sentido, las excepciones han sido básicamente aplicables para financiar a empresas estatales o a fideicomisos públicos, en los que el Banco Nación ha hecho las veces de único prestamista.

En cuanto a la concentración, Mansini señala a iProfesional que "una entidad no puede prestar más del 5% de su responsabilidad patrimonial a una determinada empresa o grupo económico".

Cuando 26 es igual a 14 millones

Una de las principales características del sistema bancario argentino es la enorme atomización de la cartera de préstamos, con todas las implicancias que esto acarrea en materia de costos.

Esto, por cierto, se ve reflejado en la tasa de interés que se le cobra al sector privado. En tal sentido, las cifras que muestra el propio Banco Central resultan contundentes:

-Cerca de la mitad de los deudores del sistema financiero debe menos de $10.000 (nueve millones entre personas y compañías). La suma de todos ellos apenas representa el 3,5% del total de los préstamos.

-En el otro extremo de la pirámide, aparecen apenas unos 50.000 clientes, tan solo un 0,3% del público total.

-Este último grupo, hablando en plata, adeuda cerca de $650.000 millones. Es decir, más de la mitad de los fondos colocados por los bancos.

-El total de empresas con deudas mayores a los $2.000 millones se reduce a 26 ($115.000 millones).

En el comparativo se observa que unas 14 millones de personas (que adeudan cada una menos de $25.000) equivalen, en cuanto al monto total, a ese puñado de 26.

Esta notable asimetría es la que explica en gran medida las marcadas diferencias en materia de tasas de interés entre los segmentos minorista y mayorista.

Así, por ejemplo:

-Una empresa grande, por un adelanto en cuenta corriente, paga una tasa del 25% anual.

-En cambio, para las Pymes ese porcentaje se eleva al 50%

-En el caso de una persona física, el porcentual sube aun más, al 60%.

Administrar una cartera de grandes firmas en un banco de primera línea se asemeja a una tarea artesanal.

En líneas generales, un ejecutivo de banca corporativa monitorea el desempeño de entre 30 y 50 empresas.

Entre sus principales tareas figuran las de interpretar las necesidades financieras, estudiar su situación patrimonial y su desempeño en el negocio en el negocio en el que compite. 

Además, debe armar la ingeniería financiera correspondiente y, tal vez lo más arduo, ocuparse de defender esa "carpeta" ante el comité de crédito del banco.

Para ello cuenta con un "back office" que se ocupa de resolver los temas cotidianos y, por lo general, un pequeño grupo de analistas.

En cambio, en la banca de individuos y Pymes la cuestión está mucho más automatizada y sencilla. 

De hecho, prácticamente el único contacto con el cliente es cuando éste presenta la documentación necesaria para formalizar la solicitud de crédito.

De allí en más, todo entra en un proceso que hoy está prácticamente informatizado, incluyendo la calificación crediticia vía scoring, cálculo de las cuotas, débito en cuenta, entre otros conceptos.