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La mesa chica de Cambiemos tomó nota del impacto que los casos tuvieron en la opinión pública. La "transparencia" y "la honestidad" se pusieron en cuestión
17/02/2017 - 11:36hs

"Si me equivoco, doy un paso atrás". Esta frase puede sintetizar el espí­ritu del mensaje que Mauricio Macri dio en su conferencia de prensa.

Atento a la crisis polí­tica que estaban generando tanto el polémico acuerdo que el Estado firmó en junio del año pasado con el Correo Argentino, propiedad entonces de la familia Macri, y el cambio en la fórmula para ajustar las jubilaciones, el Presidente decidió cortar por lo sano con ambos temas.

Ordenó que el convenio con el Correo vuelva a "foja cero" y anuló los cambios en las jubilaciones. Lo que Macri no aclaró es si la "equivocación" habí­an sido las medidas en sí­, la forma de comunicarlas o el no haber medido las consecuencias de una resistencia polí­tica.

Así­, el Presidente se expuso a que lo que antes era percibido como un método de "prueba y error" por parte de un Gabinete todaví­a inexperto, ahora empiece a ser visto como una estrategia de "si pasa, pasa".

En todo caso, resultó evidente que hubo un diagnóstico sobre la necesidad de frenar de manera drástica la escalada de controversia polí­tica y, sobre todo, de retomar el control de la agenda.

La mesa chica de Cambiemos tomó nota del impacto que ambos casos estaban teniendo en la opinión pública.

Sucede que las crí­ticas vení­an haciendo mella en dos pilares de campaña que hacen a la imagen de Macri : "la transparencia" y "la honestidad", tal como lo habí­a dado a entender el asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba dí­as atrás.

No fue azaroso que el Presidente machacara en ambos conceptos durante la conferencia de prensa que brindó el jueves para comunicar su marcha atrás. 

Tampoco lo fue el hecho de que se cancelaran ambas medidas. El costo polí­tico de seguir defendiéndolas iba peligrosamente en ascenso.

Durante la rueda de prensa, Macri no siguió la lí­nea del ministro de Comunicaciones, Oscar Aguad, ni la de su jefe de Gabinete, Marcos Peña, quienes habí­an argumentado a favor de los términos del acuerdo con el Correo apenas se hizo público. Lejos de eso, reconoció "errores" en la comunicación.

En otras palabras, el mandatario admitió que el secretismo fue la peor estrategia para abordar una negociación que tocaba varios resortes sensibles.

"Técnicamente lo ha hecho bien Aguad, pero no alcanzó porque no previmos un mecanismo de difusión de lo que estuvimos haciendo", aseguró el jefe de Estado.

Con el apellido Macri de los dos lados del mostrador, resultó como mí­nimo sospechosa la forma encubierta en que se suscribió el arreglo

El mismo se rubricó en junio del año pasado y recién se conoció hace menos de dos semanas tras el dictamen crí­tico de Gabriela Boquin, la fiscal general ante la Sala B de la Cámara de Apelaciones en lo Comercial.

Según la procuradora, se produjo una "quita abusiva" y se le condonó $4.000 millones al Correo, vinculado a la familia Macri.

Para evitar un impacto mayor, el mandatario comunicó a los periodistas: "Instruí­ a Aguad para volver a foja cero. No hay ningún hecho consolidado, no sucedió nada, no se pagó ni se cobró", dijo sobre el acuerdo.

Esto, para descomprimir una situación que le valió el cuestionamiento de todo el arco opositor y hasta del dirigente radical Julio Cobos.

"Le dije que vayamos a la Cámara, a la Justicia y digámosle 'empecemos de cero'. Queremos un acuerdo integral que heredamos de 14 años sin solución. Que los jueces dispongan de los expertos para terminar con este tema, que no resolverlo perjudica al Estado y mi tarea es cuidarlo", aseguró.

Sus afirmaciones se dieron en coincidencia con el planteo que realizara la empresa el miércoles, en la previa a la conferencia de prensa y al anuncio.

También interpeló a la oposición para compartir las responsabilidades y las garantí­as de transparencia. "Pedimos al Congreso de la Nación, a la AGN, a la Justicia que dé su visto y conformidad para que nosotros podamos cumplimentar lo que se acordó", manifestó en un cambio radical respecto al pacto que se habí­a firmado.

"Si me equivoco, doy un paso atrás y me corrijo", agregó Macri, al tiempo que informó que fue anulada la resolución que modificaba el cálculo de las jubilaciones, que daba lugar a una quita en los ingresos.

Con estos dos movimientos, dejó en claro que en los últimos diez dí­as no logró los resultados esperados en términos de estrategia. 

La apuesta de máxima de la Casa Rosada ahora es sacar ambos temas de la agenda polí­tica y mediática, algo que parece bastante difí­cil de lograr.Un mensaje para los aliadosDurante la conferencia, el Presidente cuidó cada una de sus palabras.

Habló de honestidad, transparencia, cambio, confianza y felicidad. Y buscó el contraste permanente con el kirchnerismo.

"Intentamos la mayor transparencia posible. Creo que esto es fundamental. Somos muchos los que creemos en un cambio", destacó, como si estuviera en campaña.

"Honestidad significa que la ley es igual para todos, que no hay privilegiados", recalcó.

Al ser consultado sobre su ví­nculo con Elisa Carrió -quien el miércoles por la noche explotó cuando se anotició del ajuste jubilatorio- respondió que habló telefónicamente con ella.

Para el Gobierno, la palabra de "Lilita" -cofundadora de Cambiemos- significa un lí­mite que no se puede ni se debe traspasar. Incluso, Aguad llegó a decir que se poní­a a disposición de ella (no de la Justicia) luego de haber sido seriamente cuestionado por el acuerdo con el Correo.

Es que la diputada se transformó, para la alianza de Gobierno, en el adalid de la transparencia y la honestidad

De hecho, la decisión de la vuelta atrás en la polémica por las jubilaciones surgió luego de la estentórea protesta de Carrió en el Congreso, cuando se dio a conocer la noticia.

La diputada nacional habí­a pedido en la Cámara baja una cuestión de privilegio contra el Poder Ejecutivo por la medida de las jubilaciones, de la que se enteró durante la sesión.

"Me comprometo a que impere la actual ley de actualización de jubilaciones", habí­a agregado la chaqueña quien, una vez finalizado su tiempo en el micrófono, se despachó con un fuerte insulto: "¡Que aprendan las reglas de la ética, la puta que los parió!".

Para el macrismo, recibir crí­ticas del kirchnerismo es algo que se descuenta como normal, y quizás hasta deseable, en el marco de una estrategia por polarizar el escenario. No así­ de los aliados de la coalición, ya que conllevan -lisa y llanamente- el riesgo de desastre electoral.

Por eso, el discurso que brindó el Presidente tuvo más de un destinatario: estuvo dirigido a la tropa propia, a los "socios" (como los radicales, que respiraron con alivio cuando informó que no iba a haber cambios en el Gabinete) y al votante desencantado tras la seguidilla de errores.

"Así­ como no participe en nada de lo que llevó adelante el ministro Aguad, quisiera estar alejado de cualquier mala interpretación que lleve a pensar que utilice mi cargo en beneficio de nadie", aclaró Macri, evidenciando su preocupación en torno a la escalada del affaire Correo.

No es para menos. Se está transitando un año electoral marcado por una muy alta polarización de la sociedad y que va dejando menos margen para cometer errores.

En este sentido, una reciente encuesta que circula en los despachos de los funcionarios da cuenta de cómo se acentuó "la grieta".

Ante la pregunta "cuando dice algo Mauricio Macri, usted le cree o no le cree", la respuesta de los entrevistados se reparte en partes iguales entre "sí­" y "no". No hay desequilibrios.

En relación con la marcha de la economí­a, sucede lo mismo: un 50% considera que el paí­s está mejor o igual y el 48% lo ve peor (no sabe/no contesta se lleva el 2% restante).

Esta fuerte polarización obliga al Gobierno a ir minimizando los errores, en la medida que se acerquen las elecciones de octubre. También, a evitar la escalada de crí­ticas, en particular, si estas provienen de socios y aliados.

El gran interrogante ahora pasa por saber cuánto impactó en la imagen presidencial la crisis polí­tica desatada hace diez dí­as por los desaciertos de gestión.

La conferencia de prensa de Macri -a las pocas horas de las infructuosas explicaciones brindadas por su adlátere Marcos Peña- dejó en evidencia que el Gobierno sintió el golpe.