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El escenario de fondo es la peor recesión en décadas. Se estima que la economía se contrajo más de un 4% en 2016 y la tasa de desempleo ronda el 12%
21/02/2017 - 14:25hs

En lugar de costosos y elaborados disfraces con brillantes lentejuelas, en el Carnaval de este año se esperan atuendos más asequibles con bigotes falsos, sombreros y tiaras.

Los aficionados al Carnaval buscan gangas antes de la mundialmente famosa fiesta de Río de Janeiro, que está a punto de comenzar en medio de una prolongada crisis económica que está afectando a los bolsillos y a la multitud de negocios que dependen de esta fecha para obtener gran parte de sus ingresos anuales.

Todavía hay boletos disponibles para los desfiles, los patrocinadores decidieron no financiar fiestas callejeras y se espera que los hoteles estén más vacíos que el año pasado, que también fue decepcionante a nivel económico por las preocupaciones sobre el virus del zika que desanimaron a algunos turistas extranjeros y la recesión que deprimió el gasto local.

"El año pasado no fue genial, pero aún teníamos los Juegos Olímpicos para compensar el Carnaval. Ahora podemos notar que hay una reducción real", señaló Cristina Fritsch, presidenta de la asociación de agentes de viaje de Río.

La seguridad también preocupa a la gente en un momento en que funcionarios públicos, incluyendo la policía, amenazan con ir a la huelga", añadió.

El departamento de Turismo de Río espera atraer a un millón de personas que gastarán alrededor de 3.000 millones de reales brasileños (u$s950 millones) en la ciudad durante las fiestas, entre el 24 y el 28 de febrero.

Si se cumplen las previsiones, se repetirían los resultados del año pasado. Los hoteles estiman que sólo tendrán un 72% de ocupación, unos 14 puntos porcentuales menos que el año pasado. Aunque los festejos arrancan el viernes, todavía quedan unos 800 boletos de grada para el desfile, que normalmente suelen agotarse justo después de Año Nuevo.

Muchas de las butacas de tribuna para la exhibición de carrozas, en el que participan celebridades locales y mundiales, se han distribuido entre las escuelas de samba que participan en el espectáculo. Los organizadores quieren asegurarse de que las cámaras de televisión no captan espacios vacíos.

En las zonas comerciales más populares de Río, esta semana las tiendas están llenas de productos sin muchos clientes. Los disfraces completos de Carnaval, con precios que oscilan entre los 30 reales (unos u$s10) y los 3.000 (sobre u$s1.000), no se venden.

En lugar de en los brillantes trajes que los transformarían en arlequines, policías, enfermeras o en Mujeres Maravilla, los fiesteros están más preocupados por encontrar un buen precio.