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Desde la caída de Lehman Brothers hasta el reciente caso de United Airlines prueban lo valiosas que pueden resultar las personas que no obedecen ciegamente
05/05/2017 - 15:12hs

Así como sucede en la política, muchas veces quienes dirigen las compañías prefieren aplicar un verticalismo profundo y no tienen buenos ojos para quienes cuestionan sus decisiones.

En paralelo, se beneficia a los empleados que no hacen más que obedecer ciegamente órdenes sin cuestionamientos, estén o no de acuerdo con las mismas.

En el pasado, no dar lugar a la disidencia no ha tenido los mejores resultados. Arthur Andersen, Enron y Lehman Brothers colapsaron porque las personas que allí trabajaban, al ver que sus organizaciones tomaban giros equivocados, no les preguntaron a sus superiores "¿por qué estamos haciendo esto?".

Por el contrario, cuando Jes Staley, el director ejecutivo de Barclays, le ordenó al personal averiguar quién había enviado dos cartas poco halagadoras sobre un empleado recién contratado, ellos se rehusaron. El departamento de conformidad de Barclays había clasificado las cartas como denuncias de irregularidades y le dijo a Staley que no estaba permitido ningún intento de rastrear al autor.

Cuando el Staley trató por una segunda vez de encontrarlo, con la ayuda de un organismo estadounidense encargado de la aplicación la ley, alguien dentro de la compañía le informó a la junta.

Staley ahora está siendo investigado por los reguladores en el Reino Unido y EE.UU. La junta de Barclays lo amonestó formalmente y prevé una reducción sustancial de su bono.

La mayoría de los empleados enfrenta en algún momento órdenes escandalosas de parte sus jefes. Y muchos reciben a diario rígidas y tontas instrucciones administrativas que dañan a la compañía, sus clientes y su reputación, como ocurrió recientemente en United Airlines.

La orden a la tripulación de cabina fue la de sacar a cuatro pasajeros de un avión a punto de despegar en Chicago para dar el asiento a otra tripulación. La aerolínea eligió a cuatro personas y llamó al personal de seguridad del aeropuerto, que sacó a uno de ellos arrastrado del avión y lesionó a un médico vietnamita-estadounidense. Los videos de este hecho circularon por todo el mundo. 

Es más difícil persuadir a los pasajeros de que abandonen un vuelo después de que embarcaron que cuando están en la puerta. También hay que reconocer que las compañías aéreas tienen a su disposición más que los u$s800 que United ofreció en ese caso a los pasajeros para abandonar el avión.

La oferta podría haber incluído también un "upgrade" de su pasaje a la clase de negocios, o un vuelo gratis además del siguiente vuelo, etc.

Una vez que el video del médico se volvió viral en las redes sociales, la compañía aérea dio una serie de explicaciones que no resultaron bien recibidas. Por eso ahora Oscar Muñoz, director ejecutivo de United, dice que entiende que sus sobrecargos necesitan más libertad para actuar de forma sensata, según relevó el Financial Times.

Se requerirá de un esfuerzo decidido, y un largo tiempo, para implantar esa cultura en la compañía. También hará falta que quienes dirigen las empresas comprendan que la obediencia ciega puede complacerlos, pero aquellos que la exigen no merecen estar a cargo.