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La potencial aplicación de la polémica medida dividió a la opinión pública y desató una toma de colegios de casi un mes.¿Están las compañías preparadas?
27/10/2017 - 10:51hs

Entre las propuestas de reformas que el macrismo quiere implementar a partir de 2018, pocas han despertado tanta controversia como el nuevo régimen educativo de la Ciudad, que incluirá un inédito y ambicioso plan para que los alumnos del último año de la escuela secundaria realicen prácticas formativas

Pero, en medio del "ruido" político causado por las tomas de colegios y los debates en televisión y redes sociales, hubo algo que llamó la atención: el sugestivo silencio de las empresas, una de las partes fundamentales involucradas en la reforma. Algunos interpretaron ese hecho como un tácito apoyo a la propuesta oficial, pero también hubo voces de alerta en el sentido de que los empresarios tienen dudas.

El objetivo, definen quienes apoyan ese cambio, es facilitar el ingreso de los jóvenes al mercado laboral y transferirles habilidades útiles para el desenvolvimiento en el ámbito del trabajo.

Este argumento se apoya tanto en experiencias internacionales, como el sistema dual alemán, así como en los casos de colegios secundarios locales que ya implementan estadías de sus alumnos en empresas y entidades de la sociedad civil.

En tanto que los detractores del modelo que impulsa el oficialismo en la Ciudad aseguran que se trata de una estrategia para generar "mano de obra barata" -en un contexto en el cual el empresariado inició un intenso lobby para reducir las cargas patronales a través de renegociaciones de convenios colectivos y rebajas de impuestos- en detrimento de la educación secundaria en general.

Ese descontento fue compartido por los centros de estudiantes, que organizaron masivas marchas y tomaron alrededor de 30 establecimientos educativos durante casi un mes.

En medio del debate sobre lo que se dio en llamar "La Secundaria del Futuro", las que por el momento no alzaron la voz son las propias compañías. ¿Qué piensan sobre la posibilidad de recibir a estos jóvenes?¿Están preparados para ello?

La mayoría de las empresas y cámaras consultadas para este artículo, que realizan frecuentemente esfuerzos y actividades para vincularse con alumnos de ese segmento, prefirieron llamarse a silencio.

Se escudaron detrás de las pocas precisiones que oficialmente se dieron respecto de las prácticas profesionalizantes, entre otras medidas que se quieren implementar, como la reforma de las currículas por áreas o la modificación de los sistemas de calificación.

Los temores no son solo por entrar o no en un tema polémico. Algunas organizaciones temen las repercusiones legales que pueda generar el accidente de un menor en sus instalaciones, y por eso no van a adentrarse en esta iniciativa sin garantías.

Andrés Hatum, profesor de Management & Organización de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, consideró que es normal que a esta altura las compañías se muestren reticentes.

"El hermetismo está dado por la prudencia frente a un tema del que no se sabe casi nada. Primero hay que entender cómo van a funcionar esos contratos", afirmó el docente, y desestimó que exista un temor a acciones judiciales: "Si esto está avalado por el Ministerio de Educación, imagino que habrá aspectos en los que las empresas van a estar blindadas".

Por otro lado, algunas firmas consultadas por este medio expresaron que los convenios colectivos de trabajo que rigen sus actividades no permitirían el ingreso de este tipo de practicantes.

Estos motivos explican que ninguna corporación haya salido a respaldar la reforma educativa en la Ciudad para recibir con los brazos abiertos a los estudiantes. Más aún, antes que generarles un ahorro en costos de mano de obra, en todos los casos en los que ya existen programas de prácticas no profesionales, los mismos les insumen una importante inversión de recursos económicos y humanos.

Según cuenta Yanina Falugue, gerente de Formación Profesional de la mencionada Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana (AHK Argentina), incluso empresas que participan del sistema dual alemán en Argentina son reticentes a realizar esa apuesta económica en personas que, tras pocos meses de estadía pueden no incorporarse como efectivos e irse a trabajar en la vereda de enfrente.

"Los jóvenes reciben una asignación por parte de las empresas y éstas le pagan a la cámara para que coordine los centros de capacitación y los salarios docentes", dijo la directiva de AHK Argentina. Como contraparte, la compañía debe implementar un plan de formación que incluye meses de estudio full time -durante los cuales igual los alumnos igual reciben un ingreso estímulo- además de una rotación por distintas áreas de la empresa.

Incluso cuando se trata de prácticas no rentadas, como las que realizan por ejemplo los alumnos de la Escuela Tecnológica Werner Von Siemens en el séptimo año, el desembolso por parte de la compañía no es menor.

"Esa objeción queda descartada. Es carísima esta mano de obra; no tienen experiencia ni efectividad todavía, es ridículo. Pero las empresas que lo entienden como una inversión lo ven como algo muy positivo y sé que tienen mucho interés en la formación técnica", dijo Pedro Werner, director de esa entidad que depende de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).

Aclaró que las compañías "son mucho más receptivas a tomar practicantes de lo que uno cree", pero exigen algunas condiciones mínimas, como no confundir a los becarios con personal efectivo: "Lo que hace el chico es una actividad dentro de una empresa en lugar de en el aula, con un tutor de la firma y otro de la escuela. No quieren confundir eso con una relación laboral".

Falugue también asegura que "año tras año las empresas van haciendo más esfuerzos en materia de educación porque lo necesitan, porque no encuentran personal técnico y hay búsquedas que no pueden cerrar".

"Cuando yo entré a la Cámara teníamos 30 becas por año y hoy hay hasta 150, y participan muchas pymes argentinas", ejemplificó.

Reticencias y controles

Todos los expertos consultados por este medio coinciden en dos aspectos. El primero es que la innovación de la reforma no pasa por las prácticas educativas, que ya se realizan en distintas escuelas técnicas o privadas, sino quizás por otros aspectos del plan. 

"Hay un sistema nuevo y hay que dejar que ruede para probarlo. Tiene algunas cosas interesantes. El tema del trabajo es el foco del conflicto, pero también hablar de áreas más que de materias para mejorar el vínculo entre temáticas, la colaboración, el aprender a ser autosuficiente antes de terminar el secundario, me parece un cambio interesante", sugirió Hatum.

"Es una propuesta acertada que está mirando al desarrollo futuro de la Argentina para hacerla más competitiva en términos generales, no solo económicos. Hay que ser competitivos en ese elemento dinamizador de toda la sociedad que es la educación", reflexionó al respecto de la reforma Gabriel Aramouni, director del Centro de Educación Empresaria de la Universidad de San Andrés.

"Y el saber no está solo en la academia, es una construcción de teoría y práctica continua. Por eso la experiencia del aprendizaje integrado a la acción fortalece la capacidad de los chicos, cuyo principal reclamo justamente suele ser ver reflejado en la realidad aquello que aprenden en el aula", continuó.

La segunda coincidencia entre las fuentes, tanto empresarias como del mundo de la educación, es que el éxito o fracaso de este monumental cambio dependerá de la implementación y de los controles en la calidad de la formación que reciban los jóvenes.

"No hay que confundir las cosas. No se trata de que el chico vaya a trabajar gratis, de que lo hagan limpiar el piso o sacar fotocopias. Va a hacer una práctica formativa guiada y donde participa también el profesor y no solo el tutor de la empresa. Tiene que haber contenidos previamente definidos, un seguimiento del alumno y un feedback continuo", dijo el docente de San Andrés.

"El problema puede estar en la instrumentación. Si no se hace correctamente, va a ser una práctica bien inspirada pero que, por mal instrumentada, se va a volver en contra", amplió.

"Bien regulado me parece excelente. Los alumnos necesitan casuística, necesitan aprender del error. Pero no hay que desviar el tema. No se trata de un esquema laboral en nombre de un proceso educativo, sino de una práctica que en todos los casos debe ser supervisada por un docente", opinó por su parte María Belén Mendé, rectora de la Universidad Siglo 21.

"No debería haber resistencias a modernizar las currículas, es un proceso casi natural, pero si hace falta que haya un cuidado de los alumnos y del docente que acompaña también, entender quién lo va a recibir en esa empresa, y cómo será su proceso de acompañamiento y de evaluación", añadió la directiva de la casa de altos estudios durante la inauguración de la sede de Siglo 21 en Vicente López.

"Hay que darle primero la oportunidad al sistema y definir las tareas, la carga horaria, qué posibilidad tiene el alumno de optar por una vía más académica, etc. Esto tiene que ir de a poco, con objetivos claros de lo que la gente tiene que llevarse de la experiencia, porque para muchos de ellos va a ser su primera aproximación a una organización", resaltó por su parte Hatum.

El docente de Di Tella además puso el foco en la necesidad, ante la falta de preparación de las empresas para asumir una tarea formativa, de que se organice un programa para orientar a las interesadas respecto de los objetivos y del diseño de las correspondientes mentorías.

Falugue también sugirió que se acompañe la reforma con un instrumento de formación para formadores: "Desde la Cámara hacemos cursos donde una empresa capacitadora de nuestro de sistema dual recibe herramientas para inducir al alumno en cada una de las áreas y sectores por los que va rotando".

La directiva de la Cámara ve con buenos ojos que, así como sucede en Alemania, este sistema de prácticas se realice con una fuerte planificación estatal: " A nosotros buscar prácticas para nuestros becarios nos cuesta mucho, estaría fabuloso que estuviera regulado desde el Estado".

Casos testigo

Vale la pena aclarar que, en general, las compañías industriales son las que acostumbran ya realizar estas integraciones para alumnos de escuelas técnicas y agrotécnicas, bajo el amparo de la ley particular, además de convenios específicos entre las partes.

Al menos en esos casos ya vigentes, no se trata de reemplazar mano de obra adulta, como indicaban los detractores de la reforma. "No a van a reemplazar a nadie porque en todo caso es una práctica de pocos meses y van a generar más tareas para un tutor. Al contrario, la firma va a tener que invertir para formar a esa gente, en función de una apuesta de futuro, para hacerse una marca empleadora. Y los alumnos con esto van a obtener un beneficio, siempre que se implemente bien", estimó Aramouni.

"¿Reemplazar trabajo adulto? Todo lo contrario, requiere una dedicación de gente nuestra, empleados, operarios y técnicos del taller, que tienen que hacer su trabajo y además explicarle a los chicos y darles tareas para que la práctica sea educativa", añadió Fernando Favaro, Gerente de Desarrollo Social de Ternium Siderar, quien desde hace una década aproxiadamente conduce el programa de prácticas profesionalizantes de esa siderúrgica argentina.

Vale la pena aclarar que muchos de los chicos que realizan estas prácticas quedan luego efectivizados, si bien no es necesariamente ese el objetivo en todos los casos. Por ejemplo, en Ternium Siderar se enmarca en la política de relaciones con la comunidad de la compañía y no es visto como un programa de empleo.

Empezó como una estrategia para mejorar la calidad de la formación técnica en localidades donde la multinacional argentina tiene operaciones, y se extendió fuera del país bajo el nombre de GEN Técnico.

"Veíamos una brecha muy grande entre los conocimientos, habilidades y aptitudes que tenían los egresados de escuelas técnicas y las necesidades del mercado. Cada vez que Siderar incorporaba un joven teníamos que hacer un proceso de entrenamiento de entre 10 y 12 meses", recordó el Gerente de Desarrollo Social.

Emprendieron entonces una apuesta mayor, y tras un año de trabajo conjunto con las escuelas cercanas a las plantas, se incorporaron los conocimientos teóricos de esa inducción a las materias ya existentes, lo cual se completa con una práctica en el área de especialización del alumno.

Así en cada práctica, la primera semana se realiza un repaso de conceptos básicos de seguridad y salubridad. Luego los alumnos inician la actividad junto con un docente y un tutor de la empresa que debe seguir y cargar en un sistema los progresos de acuerdo a un plan de trabajo previamente estipulado.

"Además atraviesan como aprendizaje todo el proceso de selección que tiene la empresa, para que vean en carne propia qué significa postularse a un empleo. Por otro lado, eso nos permite obtener resultados de los perfiles de cada alumno y darle así feedback a la escuela sobre como evolucionan las competencias y aptitudes sus alumnos", aclaró Favaro.

Finalizada la práctica se realiza un refuerzo de conocimientos técnicos con un bloque técnico de mecánica y electricidad, y luego una evaluación. Los alumnos también hacen un informe de la experiencia que comparten tanto con directivos de la escuela como con funcionarios de la multinacional y sus tutores.

"Con las escuelas hacemos tres reuniones anuales para ajustar el programa. Hay un trabajo de seguimiento de mucho involucramiento de la empresa", añadió el ejecutivo.

Los chicos que realizan prácticas en Ternium no perciben un ingreso estímulo pero la compañía se encarga de los servicios asociados como el transporte a la planta, la provisión de elementos de seguridad, ropa de trabajo y refrigerio.

En otras empresas si se trata de capacitaciones rentadas. Es el caso de la productora de latas de aluminio Ball Corporation, donde se espera que los practicantes concretan 200 horas de actividad de acuerdo a su especialización académica - Técnicos Químicos, Electrónicos y Electromecánicos-, y pese a hacerlo durante el horario escolar, perciben un "incentivo tipo viático".

Mariana Scarpato, gerente de Recursos Humanos de dicha firma, aclaró que no descarta que alguno de ellos sea efectivizado luego de egresarse, en caso de que exista una vacante.

"Consideramos que introducir a los estudiantes en el proceso y el ejercicio profesional permite insertar al alumno de forma activa en la sociedad, anticipándose a los desafíos que cada profesión puede implicar, así como desarrollar el interés colaborativo y cooperativo ", dijo orgullosa la gerenta que pronto implementará en Ball Corporation el programa "Semillero" como parte de la práctica de reciprocidad social de la compañía.

En el caso de la Tecnológica Werner Von Siemens -que supo ser la escuela de la fábrica Siemens y dejó de serlo luego de la crisis de 2001- desde 1956 se completan prácticas de 700 horas como parte de la currícula.

Por la buena relación que persiste entre esa academia de la UTN y la empresa alemana, esta última beca a todos los alumnos del último año con una práctica, aunque el programa esté abierto a otras compañías. Así, acuden entre octubre y noviembre cuatro horas diarias a la planta y por la tarde cursan las materias teóricas de su especialización en la escuela.

"Hacen una rotación por distintas áreas y trabajan muchas veces codo a codo con un ingeniero en una planificación de obra, ven como se arma una licitación, qué recaudos tiene que tener", detalló Werner. Y como Siemens tiene un acuerdo con la ONG Un Techo para mi País, también completan como proyecto el armado del kit eléctrico para las viviendas que entrega esta organización.

Más allá de los conocimientos prácticos y técnicos que los alumnos obtienen de estas experiencias, son otros los beneficios que los expertos consultados consideran más útiles.

"Las experiencias que tengo en la Argentina son generalmente exitosas. Los alumnos que pasan por una práctica normalmente están satisfechos, no lo ven como una pérdida de tiempo", indicó Werner a iProfesional.

"El valor agregado que se llevan y que es muy difícil que una escuela les pueda dar, es conocer cómo son las relaciones jerárquicas y sociales dentro de una empresa, los usos y costumbres, la cultura. Eso no se enseña con tiza y pizarrón", aseguró.

"Cuando hacen el cierre empiezan a surgir emergentes como la conciencia en seguridad, el integrarse en un equipo consolidado y hacerse un lugar, el respeto por las reglas y las autoridades, el cumplir un horario y el cuidado personal para poder presentarse en el lugar de trabajo", coincidió Favaro.

Falugue, quien a los 16 años realizó una práctica en una compañía a la que luego de ir a la universidad volvió como empleada, resaltó que la experiencia es fundamental para entender de qué se trata el ámbito corporativo y tomar la decisión sobre qué carrera seguir al terminar el secundario.

"En estos días estoy entrevistando a 300 chicos que se postulan para nuestras formaciones pero no tienen ni idea de qué hacer. Los que tuvieron alguna forma una vinculación con empresas ya tienen más claras las cosas", indicó.

"La combinación de trabajo y estudio me parece algo bueno, siempre que sea algo formativo. Si es así, no me parece mal sobre todo porque la tasa de deserción universitaria que tenemos es de las más altas de Latinoamérica", resaltó por su parte Hatum, como otro de los beneficios indirectos.