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La gran estafa: uno de cada tres fraudes en empresas lo realiza la alta gerencia

Las compañí­as resignan, en promedio, el 7% de su facturación por maniobras fraudulentas que se gestan en el seno de la propia organización
19/08/2009 - 20:12hs
La gran estafa: uno de cada tres fraudes en empresas lo realiza la alta gerencia

Hay un 5% de sujetos que ante la menor oportunidad cometerá un fraude, otro 5% que nunca lo hará por principios, y el 90% restante lo harí­a dependiendo de las circunstancias. Esta estadí­stica -brindada por KPMG, auditorí­a y asesorí­a-, sumada al hecho de que uno de los contextos que más favorece el surgimiento de conductas oportunistas es el recesivo, hace que, frente al actual panorama de crisis, el sector empresarial deba estar atento para encarar una de las amenazas que más cara le puede costar: el fraude corporativo. El mismo, que cada año absorbe el 7% de su facturación y que puede, de manera silenciosa, casi imperceptible, llevarlo a la quiebra.

"Descubrimos que el gerente de recursos humanos se autoliquidó 15.000 dí­as de vacaciones. Tení­a 75 años, hace más de 20 que estaba en la empresa y se robó $10 millones", fue una de las anécdotas que citó Pablo Van Thienen, director de CEDEF (Centro Especializado en Derecho de Empresas y Finanzas), para abrir el seminario en el que se profundizó, entre otros tópicos, en las estrategias y medidas para combatir estos delitos. Vale decir, aquellas que se encuentran revalorizadas, si se tiene en cuenta que 4 de cada 10 ejecutivos reportan haber caí­do bajo este tipo de engaño.

Como consecuencia de los grandes escándalos conocidos en los medios, por ejemplo el de la firma Enron, que fue catalogado como el arquetipo de fraude empresarial planificado, y de los cambios en el entorno regulatorio, las organizaciones están revisando sus polí­ticas y procedimientos de control interno diseñados para prevenir, detectar y disuadir estas acciones, advirtió Ana López Espinar, directora de Forensic Services KPMG.

"La mayorí­a de las compañí­as lí­deres actúan de manera reactiva. Además, evaluán los riesgos de fraude en toda la organización, la infraestructura, determinan sus necesidades y preparan un programa lí­der para mitigar las conductas irregulares", apuntó López Espinar.

En sintoní­a, Gustavo G. Regner, gerente de la consultora BDO Becher y responsable de la práctica de Fraudes, Investigaciones & Disputas, señaló que hay un grupo de empresas, de todo tamaño y origen, que está tomando el asunto seriamente y actuando en consecuencia.

Para detectar y combatir este mal es imprescindible, primero, conocerlo. El fraude se constituye por "todas aquellas actividades que impliquen falta de honestidad y engaño que pueda directa o indirectamente, reducir significativamente el valor del negocio". Cabe resaltar que, un 31% de los casos descubiertos, fue cometido por la alta gerencia de la compañí­a.

Un término más amplio, en cambio, es el de la conducta irregular, que son todas las que representen una violación a la ley (que conlleven sanciones penales o civiles), normas del gobierno o polí­ticas corporativas o que, de otra forma, impliquen una conducta contraria a la ética.

Según la encuesta 2007/2008, desarrollada por KPMG Argentina entre más de 1400 directivos de empresas que operan en el paí­s, con ingresos anuales que van desde menos de 10 millones hasta más de u$s500 millones, se constató que:

  • El 66% de los ejecutivos de la Argentina considera que podrí­a ser ví­ctima de fraude.
  • El 41% reporta haberlo sufrido en el último año, í­ndice que se incrementó desde el 33% reportado en la encuesta anterior (2003/2004).
  • Los sectores más vulnerables a estas maniobras son los productos industriales y servicios financieros (seguros y bancos).
  • El uso indebido de fondos encabeza la lista de casos reportados de estos ilí­citos.
  • El 80% de los encuestados considera que las compañí­as con las que compiten ignoran conductas éticas .
  • El 97% no ha tenido noticias de fraude high tech en su organización.
  • El 31% opina que en el paí­s se descubren accidentalmente.

Un ejemplo de las oscuras artimañas que nacen en el mismo seno de la firma puede hallarse en la producción de informes financieros fraudulentos con:

  • Clientes falsos
  • Manipulación de reembolsos y descuentos
  • Contabilización irregular de bienes de capital
  • Cuando se inflan las ventas para simular que la compañí­a tiene un mejor estado que el real.

Ante este panorama resulta importante la pregunta de ¿cómo están preparándose las empresas nacionales para luchar contra este accionar? Y la respuesta parecerí­a ir a favor de una incipiente tendencia a activar ciertas estrategias de prevención.

"Algunas han generado áreas especificas (de prevención); otras han debido adaptarse a lineamientos definidos por la casa matriz (generalmente extranjera). í‰stos, a la vez, establecidos por la normativa del paí­s de origen", observó Regner.

Para el especialista, en general las empresas en la Argentina no le han dado un tratamiento adecuado y no se han capacitado, por lo que quienes deben manejarlo actúan reactivamente. Y se nota una gran carencia al momento de investigar situaciones sospechosas. Eso hace que gran parte de las evidencias se pierda o se vicie en el camino y no se logre la prueba necesaria.

El costo del fraude

En un contexto de crisis las situaciones que pueden derivar en fraude suelen aumentar. Según explicó López Espinar, los responsables de las compañí­as deben estar bien atentos a reducir tanto los costos visibles como los invisibles, ya que el tiempo promedio que tardan en descubrirlo es de dos años y "mientras tanto esa persona drena todo el esfuerzo de la compañí­a.

A su vez, resulta primordial aflojar las tensiones que se generan ante, por ejemplo, el cumplimiento de presupuestos elevados. "Muchas veces consultamos a los que cometieron fraude y ellos aseguran que no les quedaba otra opción; no veí­an la salida a la situación de tener que cumplir con ciertos objetivos inalcanzables", ejemplificó la directora de Forensic Services de KPMG.

Además, representan riesgos de mercado significativos porque un percance puede: afectar la rentabilidad de una empresa, disminuir el valor de las acciones, deteriorar el buen nombre de la organización y desvalorizar la marca, crear dilemas morales en el sector interno y generar un mal ambiente de trabajo.

Combatirlo es un buen negocio

En nuestro paí­s el nivel de resistencia, al momento de practicar medidas de este tipo para hacerle frente a un delito que puede poner en riesgo la salud de una compañí­a, es alto. "Son pocas las que lo están haciendo", se quejó Regner.

"No está difundida la conciencia de que el fraude le resulta carí­simo a la firma. En épocas de bonanza hasta se justifica invocando que ""el objetivo es vender y no controlar"; en épocas de vacas flacas objetan que "lo importante es reducir costos y no se está en condiciones de implementar mecanismos nuevos de control", expuso Regner.

"Sin embargo, hay un grupo de empresas, de todo tamaño y origen, que está tomando el asunto seriamente y actúa en consecuencia. Actualmente, se estima que una empresa pierde entre 4% y 9% de su facturación por fraude (dependiendo del rubro). Si eso los comparamos con los márgenes de ganancia, entendemos que prevenir y combatirlo es un buen negocio", puntualizó.

Otra de las inquietudes que surge al momento de analizar su evolución es si a medida que pasa el tiempo la cantidad de este tipo de delitos es cada vez mayor o lo que sucede es que sólo quedan más al descubierto.

"Es un poco de las dos cosas. La realidad económica hace que existan mayores incentivos para cometer irregularidades: sueldos que no alcanzan, despidos inminentes, recortes de beneficios, controles deficientes, penalidades ausentes, cierta desidia de los responsables de controlar o fiscalizar, etc.", enumeró Regner.

Esto se traduce en que el fraude se incrementa. Claro que la tasa normal de los casos descubiertos va de la mano del aumento de los mismos.

"A mayor cantidad de fraudes, mayor cantidad de descubrimientos. Además, los casos más resonantes no se descubrieron por investigaciones, o porque el sistema funciona de tal manera que los deja al descubierto, sino porque el que los realiza termina confesando o porque se fuga, dejando un tendal de afectados. Si se investigaran se descubrirí­an muchos más", aclaró el experto.¿Cuáles son las medidas preventivas?

En general las emoresas toman medidas de prevención porque ya han sufrido un fraude y lo que buscan es evitar que éste se repita.

"Es difí­cil que una firma trabaje sobre algo que nunca le pasó, aunque hay algunas pocas excepciones", sostuvo Regner.

Pero ¿qué pueden hacer los empresarios para prevenir este tipo de delitos? Según el gerente en la consultora BDO Becher lo necesario es tomar conciencia, capacitarse y actuar.

"Tomar conciencia, porque combatir el fraude implica un cambio de mentalidad. Capacitarse, pues difí­cilmente se pueda luchar contra algo que se desconoce. Actuar para conocer a fondo sus riesgos y fortalezas, sus recursos, su gente, implementar buenos controles y aplicar medidas disciplinarias cuando corresponda", aconsejó.

Además, es importante adecuar los controles y procedimientos al marco legal vigente para saber si los mecanismos preventivos, detectivos y disciplinarios implementados le van a permitir a la empresa actuar adecuadamente, al momento de ocurrir una situación sospechosa.

En este marco, los expertos consultados por iProfesional.com señalaron que no existe una solución única aplicable a todas las industrias, ni siquiera entre dos empresas de similares caracterí­sticas.

Cada caso es particular, pues el fraude implica personas, y cada una es particular. Si bien hay patrones generales, es necesario aclarar que todo debe estudiarse en su contexto.

En ese sentido, Regner señaló algunos pasos básicos:

  • Capacitarse: quien comete fraude estudia el campo, las oportunidades y riesgos, por lo que las empresas deben estar un paso adelante, entendiendo cómo funciona, cuáles son sus disparadores, las alertas comunes, cómo se investiga, etc.
  • Evaluar sus riesgos: si no se conocen las vulnerabilidades difí­cilmente se podrá defender y aun menos avanzar "agresivamente". Nada debe darse por sentado.
  • Implementar fuertes controles de prevención y de detección: (ej. efectivos canales de denuncia internos) no sólo letra muerta, sino actitudes que den un claro mensaje que la empresa controla. Uno de los principios del control interno dice que entre las mejores medidas figura instalar una fuerte "sensación de control". Cuando el defraudador percibe que podrí­a ser detectado normalmente se desalienta.
  • Conocer a su gente y a los terceros con los que interactúa: saber qué los motiva, cuáles son sus necesidades y hábitos, en especial para puestos clave, por ejemplo, puede haber tesoreros que sean jugadores compulsivos, o responsables de inventarios que jamás se toman vacaciones o contratistas que siempre ganan las licitaciones aun cuando no cumplen con ser la mejor opción. Claro que cada firma deberá analizar la mejor forma de hacerlo, pues ejecutarlo de manera incorrecta puede acarrear contingencias legales.
  • Tomar medidas disciplinarias proporcionales a la falta: es muy importante transmitir el mensaje de que el fraude no es tolerado. Y más importante es dar ese mensaje a través del ejemplo.

Sin respuesta en tribunales

Ante denuncias de algún tipo de fraude o corrupción, en el 73% de los casos no se llegó a ninguna condena. Este dato lleva a que los empresarios se pregunten: ¿para qué lo voy a llevar a tribunales?, planteó Ana López Espinar, directora de Forensic Services KPMG, en el marco del seminario.

Entonces, a pesar de que las empresas pierden cada año -en promedio- el 7% de su facturación a causa de prácticas fraudulentas o irregulares, son pocos los incentivos que llevan a que estos casos aterricen en manos de la Justicia.Por el mundo

Es difí­cil establecer parámetros certeros sobre cuál es el paí­s a nivel mundial que registra la mayor cantidad pues hay muy pocas estadí­sticas oficiales al respecto. Los Estados Unidos y el Reino Unido, por ejemplo, son algunos de los pocos paí­ses que mantienen estadí­sticas medianamente serias.

"A nivel mundial existen organismos que miden los niveles de transparencia (versus corrupción) en los negocios. Uno de ellos es Transparency International, que en su informe del 2008 indicaba que Dinamarca, Nueva Zelanda y Suecia compartí­an la mejor puntuación en términos de buenas prácticas y las seguí­a Singapur", rescató Regner.

Al final de esa lista se ubicaba Somalia precedida por una estrecha diferencia por Irak, Myanmar y Haití­. A nivel regional, Colombia y Chile superan apenas la media de 5 puntos sobre 10, estando el resto (dentro del cual se ubica la Argentina) muy por debajo de este parámetro. Victoria Pérez Zabala

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