Indudablemente el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, se erigió después de las últimas elecciones como la figura más rutilante del peronismo y el heredero de una candidatura presidencial dentro de cuatro años. Es el gobernador reelecto del distrito con mayor peso electoral del país, en un contexto de pérdida de poder general del partido, como pocas veces ha ocurrido.

Muchas voces ansiosas del peronismo, lo empujan a contraponerse al gobierno de Javier Milei en forma inmediata, iniciar una guerra de desgaste y poner a prueba la resistencia política del libertario a dicha ofensiva, pero Kicillof sabe que este no es el momento. "Los compañeros quieren guerra, están calientes porque no se bancaron la derrota, pero hay que esperar, tienen que pasar muchas cosas", dicen en el entorno cercano del gobernador.

Surgen varias preguntas de la frase. "¿Hay que esperar que?", se inquieta el cronista. "Un montón de cosas. Que la clase media sufra el ajuste, por ejemplo. Algunos entendieron la que viene, otros todavía gritonean que la libertad y que se yo. Pero van a tener que dejar las prepagas, y cuando tengan un problema de salud van a ir a hospitales públicos atestados de gente. Van a tener que sacar a los pibes de los colegios privados y van a ir a un sistema público sin vacantes para albergar a todo el mundo", explica antes de enumerar una serie interminable de situaciones dramáticas.

Otro dirigente bonaerense de peso y cercano a Kicillof se suma al café: "Y va a haber que dejar de usar el auto y vas a cambiar la plata, lo que ganes en tu trabajo lo vas a gastar para ir, volver y comer, vas a trabajar por nada", plantea. "Ahí va a estar el peronismo ofreciendo otra opción", completa. La idea es que no más allá de abril, al gobierno "se le pudre la calle, pero no con las clases más postergadas, con la clase media, ahí vamos a salir" dice el dirigente.

Cuasimonedas y un ajuste que no impacte en la gente

Mientras tanto, el gobierno provincial va a mantener su lógica. Si bien piensa ajustar sus finanzas, lo hará en aspectos que no influyan en el público, y el gobernador ya adelantó que si no le alcanza con los fondos de coparticipación, imprimirá una cuasimoneda para solventar sus gastos. Esa medida será clave y un gran problema para el propio Milei y su política económica.

Es que una cuasimoneda emitida unilateralmente desde la Provincia de Buenos Aires, genera como cualquier emisión, inflación. "Al principio va a ser como fue con los Patacones, no los querían o los tomaban a menos de su valor nominal. Después, si quieren trabajar van a tener que aceptarlos, en tres meses está circulando como moneda alternativa", asegura un economista cercano al gobernador.

Kicillof adelantó que si no le alcanza con los fondos de coparticipación, imprimirá una cuasimoneda para solventar sus gastos

El tema es que Kicillof no piensa recortar la obra pública bonaerense, y no piensa recortar sino incrementar la pauta oficial. He ahí una clave para buscar respaldo público y construir su proyección nacional. Mientras el gobierno de Milei se interna en un laberinto complejo que lo arriesga al cambio de clima social en el corto plazo, y retira la pauta publicitaria de los medios de comunicación poniendo a la mayoría al borde de la desaparición, el gobernador apuesta a ser quien los mantenga vivos. "Si hay que imprimir cuasimoneda solamente para poner pauta, lo vamos a hacer", indican.

"Miralo así: caos social por el ajuste, medios en problemas por la quita de la pauta, mostrando todo lo que pasa y poniéndose severamente críticos, y Axel poniéndola como un rey para salvarlos. Se va a armar un clamor", hipotetiza el legislador bonaerense oficialista.

El objetivo de Kicillof

Ante semejante panorama, el cronista quiso saber cuál era el objetivo de todos esos escenarios planteados. "Pero, ¿ustedes esperan que Milei se caiga?", preguntó. "Nosotros queremos ser la opción ineludible en 2027. Pero si se cae, el gobernador está entre las opciones que presenta la ley de acefalía para terminar el mandato. ¿Quién otro hay?", explica la fuente.

Otros esperan un plazo más largo de deterioro, aunque coinciden en el diagnóstico general. "La pérdida de apoyo social se va a plasmar en las elecciones de medio término. Ahí le vamos a dar una paliza sin precedentes y todo lo que te contaron, se va a desencadenar después de eso, como con (Fernando) De la Rúa", dice un dirigente peronista bonaerense al que podríamos considerar "prudente".

Si el escenario de crisis social se produjera, y el presidente perdiese respaldo, está claro que Kicillof será la opción más sólida para ser designado por una Asamblea Legislativa. Y probablemente si fracasa el plan económico del libertario, la única salida a la crisis sería anotar otro default a la larga lista de cesaciones de pagos de la Argentina, con lo que las imágenes del 2001 se presentarán como un deja vú casi perfecto.

Lo cierto es que nadie puede prever el futuro, la Argentina es un país de fenómenos políticos inesperados y únicos y todas las previsiones pueden cambiar de un día para el otro, pero está claro que el peronismo tiene un plan, y un candidato, totalmente decidido a mostrar una política diametralmente antagónica al presidente, y con vocación de poder real. En medio, los argentinos, víctimas constantes de pujas de las que son ajenos.